Un apagón ha complicado aún más en el New Amsterdam la situación provocada por el temporal de nieve. Además, su único trabajador de mantenimiento ha sufrido un electrocutamiento, y un preso es su única opción para devolver la energía al hospital. Cuando la situación llega al límite, Max y la doctora Sharpe chocan por la forma en la que van a tener que priorizar a los pacientes: él es incapaz de elegir, relegando en ella toda la responsabilidad. Cuando todo ya ha pasado, Sharpe le admite que no puede ser su amiga, doctora y subdirectora médica a la vez, por lo que renuncia a seguir tratando su cáncer.