Tras exhumar y examinar el cadáver de Isabel, la mujer del alcalde, Sara confirma sus sospechas: el asesino de Calenda ha llevado a cabo el mismo ritual que con el resto de víctimas, le ha cortado la cabeza y arrancado el corazón. Está claro que se enfrentan a un asesino en serie, que mata en las noches de luna llena y después mutila a sus víctimas.

El ADN que encontraron bajo las uñas de Adriana apunta a Damián, el cabrero, como autor de los crímenes de Calenda. Aunque conoce bien la zona y podría haberse escondido en el bosqueDamián opta por meterse en la boca del lobo: ha ido al mesón a encontrarse con  Raúl, la persona que más le odia de todo el pueblo. Los dos hombres tendrán un duro encontronazo en la cantina, una noticia que será demasiado para la salud de Olivia.

Nacho y Vera tienen un apasionado encuentro en el coche sin darse cuenta de que tienen el walky abierto. El teniente Pando lo está escuchando todo aunque ninguno de los dos sabe qué ha oído exactamente, si sólo la voz de Nacho o la de ambos. Al comparecer ante el teniente, Nacho intentará enmendar su error y se mete en un lío mucho mayor.

Leire trata de comprender porqué le mintió Joel y saber si podría volver a confiar en él. No quiere más mentiras en su vida, creció viendo llorar a su madre por los secretos de su padre. Joel lo daría todo por ella pero sabe que sólo hay una cosa que nunca podrá ofrecerle: la verdad. Mientras tanto, Joel sigue buscando respuestas. Su padre no se lo pone difícil, ya que asegura haber quemado el libro sobre la historia de hombres lobo de Calenda. En realidad, lo ha escondido en el instituto. Tomás, que ha reconocido el ejemplar que les robaron, hará lo imposible por recuperarlo.

Sonia lleva días muy distraída, algo que no ha pasado desapercibido para Nacho, que comprueba con sorna que su compañera está encaprichada con Salva, el profesor del instituto. Poco acostumbrada a dejarse llevar por sus sentimientos, Sonia decide hablar con Salva y cortar por lo sano o, al menos, intentarlo.