Don Alejandro aprovecha la situación, enciende los ánimos contra la alcaldesa y organiza una moción de censura contra ella. Se celebran en San Martín las Olimpiadas rurales. Adriana confía en que esos tradicionales juegos hagan olvidar la frustrada visita de los príncipes, pero los ánimos en el pueblo están tan bajos que nadie quiere participar. Sara sí que quiere participar, en la competición de Troncha Robles, pero la tradición establece que sólo pueden participar hombres en esa prueba. Los hombres del pueblo se muestran contrarios a la participación de Sara, pero Adriana, Trini y el resto de las mujeres creen que es hora de cambiar la tradición.

Alfredo denuncia a Lorenzo por sus trapicheos. Pero la culpa le atormenta, tanto que sufre ataques de pánico y agorafobia. Alfredo llega a la conclusión de que Lorenzo representa para él la autoridad, tanto como su propio padre, al que nunca consiguió enfrentarse.

Don Alejandro tiene sed constructora de nuevo (se ve pronto como nuevo alcalde, tras presentar una moción de censura contra Adriana). Quiere hacer incluso algunas expropiaciones. Juana se enfrenta a él, ella no permitirá que se cargue el pueblo. Cuando Don Alejandro se entera de la denuncia que pesa sobre Lorenzo, no duda en chantajearle para librarse de Juana.