Luis Valera es Manuel Navarro

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LUIS VARELA ES

Manuel Navarro, el jefe de la manada

Manuel Navarro está orgulloso de sí mismo. Sus cuatro hijos ya son adultos (otra cosa es que él los trate como tal), están más o menos encarrilados (si le hicieran más caso les iría mejor), y por encima de todo, están muy unidos (o eso cree él). Y si a los Navarro les va bien, lo mismo se puede decir de “Pastelerías Navarro”, negocio que gracias a sus famosos roscones de reyes y la desbordante simpatía con la que él personalmente agasaja a sus clientes está a punto de cumplir cuarenta años de vida.

Trabajador, tozudo, temperamental y firme defensor de las tradiciones, a Manuel le encantan las celebraciones familiares, siempre y cuando pueda ejercer de anfitrión y convertirse en el protagonista del sarao, y es que siempre hay un recién llegado o un invitado ocasional ante quien desempolvar su arsenal de chistes viejos, anécdotas mil veces repetidas y el inevitable discurso que sus hijos se saben de memoria.

Lo de hacerse mayor lo lleva regular. Vamos, que se niega. Aunque su mujer le anima para que deje la pastelería en manos de Lolo y disfrute de su merecida jubilación, Manuel no quiere ni oír hablar del tema, dejando claro que todavía es imprescindible. Antes muerto que dejar de ser el jefe de la manada. Presume de estar hecho un roble y disimula como un niño pequeño los achaques que empieza a tener. Y aunque su mujer le tiene frito a verduritas al vapor, cervezas sin alcohol y no le deja fumar en casa, Manuel aprovecha las grandes ocasiones para comer, beber y fumar a sus anchas, que un día es un día.

Emocionalmente torpe, se considera con derecho a opinar de todo, meterse en la vida de todos y no soporta que le lleven la contraria. Aunque lo de ser abuelo no le hacía mucha ilusión, adora a sus nietos, el mejor público posible para las batallitas que ya nadie más quiere volver a oír…

Manuel ha dedicado su vida a su familia y a su negocio, y nadie puede decir que no le haya ido bien. Pero la vida, como los roscones, guarda sorpresas, y no es difícil romperse un diente o atragantarse cuando estas aparecen...

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