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ENTREVISTA A FRANCISCO CANTALEJO EN ESPEJO PÚBLICO

La repatriación del Padre Miguel y la monja Juliana, paso a paso

El pasado jueves a primera hora de la mañana llegaba a Madrid el Padre Miguel Pajares y la monja Juliana Bonoha Bohé. Dejaban atrás el infierno que, en especial, tres países africanos sufren a causa del virus del ébola.

El comandante Francisco Cantalejo, especialista en evacuaciones médicas y anestesista, participó en el dispositivo puesto en marcha para trasladar desde Liberia a Madrid a los dos religiosos ha estado en Espejo Público donde ha explicado paso a paso cómo se ha gestado esta repatriación.

Cantalejo ha querido matizar que pese a que a ellos se les avisa "el martes por la tade-noche de que España está sopesando ir a por el Padre Miguel" ellos llevan trabajando en el diseño de un protocolo de seguridad "desde hace tres o cuatro meses".

Desde esa llamada telefónica recibida el pasado día 5 de agosto "nos pusimos a ello". Cantalejo ha narrado que lo primero que hizo el jefe de la unidad fue diseñar un dispositivo de dos médicos, un enfermero y dos técnicos especialistas en el traslado de pacientes. Tras esto, el siguiente paso fue "recoger todo el equipo que pensamos que teníamos que llevar, teniendo en cuenta que siempre llevamos equipos duplicados por si uno falla ya que no podemos suspender la misión".

Un día después, la tarde del día 6 de agosto el Airbus A310 del 45 Grupo de Ejército del Aire medicalizado despegaba desde la base de Torrejón de Ardoz. "Cuando llegamos nos notifican que el Padre Miguel está en el hospital y que hay que ir allí", dice Francisco Cantalejo que matiza "eso son 70 kilómetros de una carretera bidireccional sin luces y con gente caminando por el arcén".

Ya sobre el terreno los especialistas españoles montaron un nuevo dispositivo: "Yo y los dos técnicos ibamos a recogerlo al hospital, y el otro médico y la enfermera se quedaban dentro de la aeronave preparándola".

Los momentos más emotivos se produjeron a la llegada al hospital ya que llegaron de noche, pero había gente que sabía a lo que iban. "Nos dijeron cuando llegamos: el Padre, el Padre, muy mal, muy mal". Cantalejo cuenta cómo esas personas a las que el religioso español debió aprender a algunas palabras en nuestro idioma les indicaron dónde estaba Pajares.

"Fuimos a recogerlo a una casa donde estaban Sor Juliana, Chantal y Paciencia, estaban ellos cuatro y es curioso porque ella tenía su equipaje preparado". Según explica Cantalejo lo único que les dijeron las otras monjas que ya antes habían suplicado que las repatriaran a ellas también fue: "Venís a por ellos".

Los expertos en evacuaciones aéreas comunicaron a Juliana que no podían traer nada de equipaje "lo único que permitímos era una bolsita zip que llevábamos nosotros para meter su documentación. Además le indicamos que se tenía que poner un traje de aislamiento como el nuestro".

En contra de lo que se ha dicho anteriormente, no estaban todos los religiosos en la misma habitación. "El Padre Miguel estaba al fondo de la casa en una dependencia tumbado". La conversación entre Cantalejo y Pajares fue muy breve porque el religioso estaba "muy decaído y cansado".

"Yo le dije que veníamos de España a buscarlo y él contestó: Sí, sí". Además recuerda que "intentó levantartarse pero no tenía fuerzas, así que yo lo cogí por detrás y mis compañeros y otra persona que estaba allí nos ayudó a vestirlo. Una vez que estaba vestido procedimos a sacar primero al Padre Miguel y luego a la hermana Juliana".

A primera hora del día siguiente ambos religiosos llegaron a Madrid, donde fueron ingresados en el Carlos III.

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