Violencia de género

Preocupa la violencia en parejas adolescentes: "Hay una clarísima asociación entre el consumo de porno y ejercer la violencia"

El aumento de conductas de control y agresiones entre jóvenes revela la necesidad de reforzar la prevención, mejorar la educación emocional y actualizar los programas escolares.

Un joven con el móvil

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La violencia en las parejas adolescentes se ha convertido en uno de los desafíos más complejos dentro del ámbito educativo y familiar. La adolescencia es una etapa en la que los jóvenes construyen sus primeras relaciones afectivas, experimentan nuevas emociones y desarrollan ideas sobre el amor que les acompañarán en la vida adulta. Por ello, entender y prevenir la violencia en la pareja no es solo una cuestión social, sino también un requisito para garantizar su bienestar emocional, académico y personal.

Un estudio realizado por la Universidad de Navarra destaca que más de la mitad de los jóvenes que sufren violencia también la ejercen y que el consumo de drogas y alcohol lo empeoran. Una de las autoras del informe, María Calatrava, destaca además otra de las conclusiones del estudio: "aquellos jóvenes que tienen niveles socioeconómicos más bajos son un poquito más proclives a ejercer o recibir esa violencia".

La escuela tiene un papel fundamental porque es el lugar donde los adolescentes pasan gran parte de su tiempo y donde pueden aprender a identificar qué conductas son sanas y cuáles no. Muchos jóvenes normalizan actitudes de control o celos sin ser conscientes de que forman parte de dinámicas violentas. Para evitarlo, el profesorado necesita herramientas que permitan detectar estas situaciones y promover relaciones basadas en el respeto y la equidad.

Los estudios recientes muestran que la violencia psicológica es la más común en parejas adolescentes, seguida de la física y la sexual. Las cifras varían entre países, pero todas coinciden en que tanto chicos como chicas pueden ejercer y sufrir violencia, aunque es más frecuente entre mujeres. Estas situaciones afectan gravemente a la salud mental, aumentando el riesgo de depresión, ansiedad, consumo de sustancias e incluso intentos de suicidio.

Además la exposición a conflictos en el hogar, estilos de crianza autoritarios y la pertenencia a grupos de amigos donde la agresión es habitual incrementan la probabilidad de que aparezca violencia en el noviazgo. El entorno escolar también influye: quienes han participado en situaciones de acoso, ya sea como víctimas o agresores, tienen más opciones de reproducir estas dinámicas dentro de la pareja. A esto se suma el impacto de experiencias traumáticas en la infancia o niveles altos de estrés.

¿Hay relación entre el consumo de porno con actitudes más violentas?

"En nuestro estudio lo que encontramos es una clarísima asociación entre el consumo de pornografía y ejercer o experimentar la violencia dentro de la pareja. Pensamos que es un factor muy relevante como causa", explica María Calatrava.

Las creencias sexistas, los estereotipos de género y la idealización del amor romántico continúan siendo factores determinantes. Muchos adolescentes justifican actitudes controladoras porque las interpretan como muestras de cariño. La falta de habilidades emocionales, como la gestión de la ira, la empatía o la regulación del estrés, también favorece conductas agresivas, al igual que ciertos estilos de apego como el ansioso o el evitativo.

Otro elemento preocupante es la violencia digital, que se ha disparado con el uso masivo de redes sociales. Conductas como revisar el móvil de la pareja, exigir contraseñas o controlar la actividad online se han vuelto frecuentes. La hostilidad, los celos y la baja autoestima aumentan el riesgo tanto de ejercer como de sufrir estas agresiones.

En las víctimas también influyen factores como un entorno familiar conflictivo, haber sufrido maltrato infantil o experiencias previas de violencia. La falta de habilidades sociales y un control externo pueden generar una sensación de impotencia que dificulta pedir ayuda. En cambio, el apoyo social y la supervisión parental actúan como protección.

La influencia del consumo de alcohol y drogas

El consumo de alcohol o marihuana, cada vez más presente en adolescentes según los últimos informes sobre hábitos de ocio juvenil, incrementa aún más la probabilidad de violencia dentro de la pareja, tanto en quienes agreden como en quienes la sufren.

A pesar de los avances, los programas escolares actuales siguen siendo insuficientes. Logran sensibilizar, pero no generan cambios duraderos porque no incluyen una formación profunda en habilidades emocionales, resolución de conflictos y pensamiento crítico sobre los mitos del amor. Por ello, la prevención debe ser integral, continua y adaptada a la realidad digital y social actual.

Abordar la violencia de pareja adolescente es una tarea urgente que requiere la participación conjunta de escuelas, familias y comunidades. Crear entornos seguros, educar en emociones y romper estereotipos es fundamental para construir relaciones libres de violencia desde la base.

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