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FORMABA UNA RED DE COMPRAVENTA DE NIÑOS

La Fiscalía de Madrid pide once años de prisión para el doctor Eduardo Vela por el caso de un bebé robado

Se le imputa por la sustracción de un bebé y la suposición de parto y falsedad en documento oficial por los que reclama otros tres años.

La Fiscalía Provincial de Madrid pide once años de prisión para el doctor Eduardo Vela, un ginecólogo del sanatorio San Ramón de Madrid, a quien se acusa de haber participado en 1969 en la sustracción de un bebé recién nacido para dárselo a un matrimonio ya fallecido de forma ilegal.

En su escrito de acusación el Ministerio Público subraya que el acusado "en todo momento tuvo conocimiento de que la entrega de la niña al matrimonio se efectuaba contra la voluntad de la madre biológica".

En total le imputa tres delitos: sustracción de menor de siete años, por el que solicita ocho años, así como los de suposición de parto y falsedad en documento oficial por los que reclama otros tres años. Además solicita una indemnización de 350.000 a la persona afectada por los daños morales causados.

En su escrito de acusación la Fiscalía recuerda que entre los años 1961 y 1981 el doctor Vela ejerció como ginecólogo en el sanatorio San Ramón donde su cargo "le confería un control total y disposición sobre los partos y nacimientos que allí se producían". Fue en 1969 cuando un sacerdote amigo de Vela le comunicó que un matrimonio (ambos ya fallecidos) deseaba tener un bebé.

El acusado convocó el 5 de junio de 1969 a la pareja a una reunión para comunicarles que le haría entrega de un recién nacido "al margen de la legalidad". Entre los tres acordaron ocultar la identidad real del bebé robado mediante la inscripción en el Registro Civil como hijo biológico de matrimonio.

El médico, además, instó a la pareja a que mientras se resolvía el tema fingiesen un embarazo "colocándose (la mujer) un cojín en el abdomen, debiendo simular en presencia de conocidos y vecinos los síntomas propios a la gestación como las náuseas".

Al final todo ello no fue necesario porque pocas horas después del encuentro Vela tuvo acceso a la entrega de una niña recién nacida. Así que un día después convocó de nuevo a la pareja en su despacho para entregarles, sin el consentimiento de sus padres biológicos, un "regalo" que, en realidad, era una niña de pocos días.

Entre los tres, "y guiados por el ánimo común de ocultar la verdadera identidad de la recién nacida", cumplimentaron el cuestionario que debían enviar al Registro Civil figurando la pareja como los auténticos padres y donde también aparecía la niña "como nacida a las 12 horas del día 4 de junio de 1969".

Fue el propio Vela, con su firma incluida, quien certificó en el parte facultativo su "asistencia personal" al parto pese a que todo ello no contaba con el consentimiento de la madre biológica de la niña.

La recién nacida fue inscrita finalmente en el Registro Civil con el nombre de Inés "borrando cualquier rastro que pudiera vincularle a un entorno familiar y social distinto al conformado por el matrimonio". La situación se prolongó hasta el año 2010 cuando, a raíz de la aparición de información sobre el robo de bebés, Inés empezó a sospechar sobre la realidad de sus orígenes.

La madre, al ser requerida por su hija, admitió los hechos y se ofreció a colaborar para que descubriera la identidad de sus padres biológicos. Llegó a entregar una muestra biológica en el "Fichero de Perfiles de ADN de personas afectadas por la sustracción de recién nacidos" del Ministerio de Justicia sin que hasta la fecha se haya podido averiguar la identidad de sus auténticos progenitores.

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