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DECEPCIÓN ENTRE LOS APOCALÍPTICOS

El supuesto día del juicio final se ha convertido en una jornada de celebración

Como era previsible, ni han cambiado los polos magnéticos, ni se ha producido una invasión extrarrestre, ni se ha apagado el Sol. Al menos, hasta ahora. Cientos de lugares han recibido a miles de turistas atraídos por las creencias apocalípticas.

Amanece sin novedad en Guatemala. El cielo se ilumina, como siempre, sobre el templo del Gran Jaguar. A sus pies, cientos de personas reviven las ceremonias mayas para dar la bienvenida al último día de su calendario.

Los rituales empezaron el jueves y van a durar todo el día. También en Stonehenge, Inglaterra, sus monumentos megalíticos han celebrado que el Sol llegaba a su hora al solsticio de invierno.

Aquellos que pensaban que el astro rey se apagaría, han dejado sin plazas hoteleras esta localidad serbia donde se prometía la salvación. Uno de sus habitantes reconoce que "todo es un montaje promocional, pero en esta zona tan pobre nos viene bien la publicidad".

Cuenta atrás para el fin del mundo en Taiwán entre gritos de decepción. Ni siquiera ante una burda copia de una construcción maya en Taipei se ha acabado el mundo.

Pero si hay un lugar por donde la tierra debería haber empezado a quebrarse, serían nuestras antípodas. Allí han llegado sin sobresaltos al 22 de diciembre. Las autoridades australianas han confirmado en Facebook: "Sí, estamos vivos".

En Turquía, cientos de personas se han dado cita en un pueblo que supuestamente sobreviviría al fin de los tiempos. La mayoría buscaba un rato de juerga, llevarse un souvenir en la mochila, y hacer un poco de turismo. Son, en fin, excusas para viajar durate el día al fin del mundo.

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