Afganistán

Ojos cerrados ante el "apartheid" contra las mujeres en Afganistán: "Para nosotros la comunidad internacional no existe"

Las mujeres afganas sufren violaciones de sus derechos día a día ante una comunidad internacional que parece haberlas olvidado.

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"Hoy en Kabul, un gato tiene más derechos que las mujeres afganas. Un gato puede sentarse en el porche de su casa y sentir el sol en la cara. Una ardilla tiene más derechos que una niña en Afganistán actualmente porque los parques públicos han cerrado para mujeres y niñas". Con estas palabras, la actriz Meryl Streep denunció la pérdida de derechos que las mujeres sufren en Afganistán desde que los talibanes arrasaron con todo.

Lo de Afganistán es sangrante se mire por donde se mire. A principios de siglo, después de los atentados del 11-S, Estados Unidos ocupó el país. El objetivo fue siempre, oficialmente, la reconstrucción y el cambio de régimen, sin embargo, dichos fines siempre estuvieron cuestionados. Dos décadas después, con Joe Biden en la Casa Blanca, se anunció la retirada de las tropas internacionales. Y, de la noche a la mañana, los talibanes asaltaron el país imponiendo un régimen integrista que, sobre todo, se ha cebado con las mujeres.

La activista Samira Hamidi denunció públicamente "el apartheid por cuestión de género" que sufren las mujeres y niñas afganas. Y todo ante la indiferencia de la comunidad internacional.

Los talibán han prohibido a unos dos millones de niñas asistir al colegio en los últimos cuatro años. Tampoco aquellas que estaban cursando algún estudio universitario han podido terminarlo. Solo pueden acceder a la rama sanitaria, para ser enfermeras o profesiones relacionadas con los cuidados. Eso sí, no están legitimadas para recibir tratamientos en hospitales si les atiende un hombre, no pueden ir al gimnasio ni pasear por un parque.

El Ministerio de Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio ha ordenado a todas las farmacias de la ciudad de Kabul la prohibición de seguir vendiendo preservativos y medicamentos para la potencia sexual. Su argumento es que la venta de estos productos es 'haram' (pecado) y, según ellos, "provoca el aumento de la prostitución en la sociedad".

La historia de la jueza Fariba

En un momento de escalada de tensión entre Afganistán y Pakistán, intentamos imaginar cómo es vivir en una cárcel que pone rejas incluso a tus sentimientos, y lo hacemos de la mano de Fariba Quraishi, que recientemente ha recogido el Premio Valors por su labor en la defensa de los derechos humanos.

Fariba abandonó su país un mes después de que los talibanes recuperasen el poder en Afganistán. Primero viajó a Grecia y en marzo de 2022 llegó a España, donde vive actualmente con su marido y sus hijos.

Fariba no solo dejó atrás un país, sino que dejó su vida. Llevaba 14 años ejerciendo como jueza. Trabajó en tribunales de familia, de terrorismo y en casos de violencia contra las mujeres. "Antes de los talibanes, Afganistán era un país libre, con muchas oportunidades para las mujeres. Por ejemplo, había muchas juezas mujeres, fiscales, abogadas, policías, había casas de acogida y en todos los ámbitos, las mujeres teníamos representación y derechos".

Parece un cuento de villanos si pensamos que toda esa aura de esperanza se ha vuelto opresión y violencia en menos de 5 años. Con la llegada de este régimen, el sistema judicial se paralizó por completo. "Antes ser jueza estaba bien visto legal y religiosamente. Solo hacía falta talento y apoyo familiar. Pero cuando llegaron los talibanes, todas las mujeres perdimos nuestro trabajo en el sistema judicial".

Para Fariba es imposible enumerar la pérdida de libertades y derechos que ha sufrido la población en general, pero las mujeres particularmente. "Muchísimos, muchísimos derechos perdidos. No se pueden contar porque son muchísimos. Entre estas prohibiciones hay dos derechos muy importantes, la prohibición de la educación y la privación del trabajo para las mujeres".

Y añade: "Las niñas que no pueden estudiar y las mujeres que no pueden trabajar sufren violencia psicológica, en cada hogar, hasta 3 o 4 mujeres están privadas de educación y de trabajo. La violencia física ha aumentado mucho y no hay autoridades que escuchen la voz de las mujeres" porque en esta nueva pesadilla "las mujeres han sido completamente excluidas de la sociedad".

Todas ellas han sido encarceladas sin barrotes. La privación de libertad a la que están sometidas es absoluta en la vida práctica y también en la intelectual. "Han prohibido los libros escritos a mano por mujeres y también que los poetas utilicen palabras como amor o cariño en sus poemas. Esto refleja la realidad de la vida en Afganistán, especialmente para las mujeres".

Cuando preguntamos a Fariba por el papel de la comunidad internacional, primero calla y luego lamenta. "Desde que llegaron los talibanes a mi país, para nosotros la comunidad internacional no existe. ¿Qué puedo yo decir de ellos? Nada".

ONU Mujeres calculó que la exclusión social y económica de las mujeres en Afganistán tendrá un coste para el país de unos 920 millones de dólares entre 2024 y 2026.

Y como despedida, un dato que evidencia la fortaleza de estas mujeres. Pese a las sistemáticas y continuas agresiones que sufren en su vida diaria, el 40% de ellas todavía imagina "un futuro donde el cambio y la igualdad son posibles" y "se aferra con fuerza a esta esperanza".

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