Pablo Trejo y Alejandro Mora, bailarines de break dance, viajaron hasta la ciudad de Hangzou para participar en un espectáculo. La última noche, en una fiesta de discoteca y con unas copas demás, se llevaron el portátil para ver unos vídeos.
"La policía fue por ellos al hostal y ellos reconocieron lo que habían hecho. Luego fueron a la discoteca, devolvieron el ordenador, pidieron perdón y se los llevaron a un centro para extranjeros que es donde están ahora", cuenta Pedro Trejo, hermano de uno de los detenidos. De eso hace ya tres semanas.
No han sido autorizados a hablar con sus familias, aunque sí han recibido la visita del cónsul español. "Las familias estamos desesperadas. Nos han dicho que comen tres veces al día, que las raciones son buenas y les dejan asearse".
El mayor temor de las familias es que los jóvenes sean juzgados a un tribunal, en cuyo caso podrían ser condenados a no menos de tres años de cárcel. Por ello , gracias a la mediación de la embajada, dos abogados intentan negociar un acuerdo con el dueño de la discoteca y que los bailarines sean deportados.
Los amigos y seguidores de los dos bailarines se están movilizando en las redes sociales para ayudar a las familias a costear los gastos del proceso.