Pobreza
La Fundación Bocata advierte del riesgo de invisibilizar la pobreza: "Tenemos que ayudar a gente que está trabajando"
La Fundación reprocha al Ayuntamiento de Madrid que ponga excusas a su labor con los más vulnerables.

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Las cifras pueden llegar a ser perversas, la estadística tiene el poder de colorear la realidad según nuestro antojo. En una época de aparente "bonanza macroeconómica" impacta conocer la elevada tasa de desigualdad que está experimentando nuestro país, según el IX Informe FOESSA, presentado por Cáritas.
4,3 millones de personas viven en una situación de exclusión severa, un tercio de esas personas son menores de edad, es decir, 1,4 millones de niños. Esta realidad da lugar a un proceso "inédito de fragmentación social". Los motores de esta exclusión son, fundamentalmente la vivienda y el empleo.
De ahí que iniciativas como la de Fundación Bocata resulte hoy más que nunca imprescindible para los más vulnerables. Desde la Newsletter de Antena 3 hablamos con Jesús de Alba, o como a él le gusta presentarse 'Chules, de Bocatas'. "Es mi grito de guerra en lo social", nos cuenta.
Chules es el presidente de esta Fundación sin ánimo de lucro que en las últimas semanas ha saltado a la luz de los focos por desavenencias con el Ayuntamiento de Madrid. Pero antes de meternos en faena vamos a presentar esta fundación.
Los orígenes de Bocata
"Bocatas, fundamentalmente, es un grupo de amigos que hace 30 años comenzó a ayudar a la gente de la calle, y, por misterios de la vida, 30 años después seguimos 'vivitos y coleando'. Actualmente somos la Fundación Bocatas que se dedica a la ayuda a los más necesitados, a quienes están en los márgenes de la sociedad, gente que no tiene techo, que tiene adicciones y gente que acaba de llegar a nuestro país con una mano delante y otra detrás y no sabe dónde acudir o cómo moverse".
El bocata es el símbolo. Este grupo de amigos comprobó desde el principio que quien recoge esa comida no solo tiende la mano a un bocadillo sino a un punto de apoyo. "Desde el primer día, nuestra idea fue que a través de una relación humana se pueden conseguir muchas cosas para que esta gente salga de la pobreza y salga adelante. Normalmente vienen con mucho miedo, en grupos muy reducidos porque se les cierran todas las puertas, los servicios sociales están colapsados y, por lo tanto, encuentran fundamentalmente antipatía humana y social. Nosotros siempre intentamos cambiarlo, siempre simpatía con ellos luego ya les preguntaremos si tienen padrón, les haremos una entrevista, pero el primer impacto siempre humano. A través de un bocata damos un abrazo para que puedan salir adelante si ellos quieren, porque el ser humano tiene libertad", explica Chules.
Resulta paradójico que en los tiempos en los que la conectividad abunda la sociedad se sienta tan sola. "Lo que nosotros hemos detectado es que vivimos en una sociedad burbuja. Ultraprotegemos a los nuestros de tal manera que ni siquiera queremos ver la pobreza" apunta el presidente de la Fundación para a continuación mandar un mensaje al ayuntamiento de la capital: "Eso es lo que le pasa fundamentalmente al Ayuntamiento de Madrid, que no quiere ver la pobreza, no quiere que sea visible".
Es precisamente ese "efecto burbuja" el que incrementa la sensación de soledad. "Generamos una sociedad carente de sentido, donde hasta nuestros hijos empiezan a tener enfermedades psicológicas y psiquiátricas que hace 50 años solo tenían los mayores".
Bocatas comenzó su andadura allá por 1996. En respuesta al llamamiento de un cura, un grupo de amigos, entre ellos Chules comenzaron a dedicar sus viernes noche a la gente de la calle. En concreto comenzaron repartiendo bocatas en Azca-Cuzco. En 2004 su labor se extendió llegando, en aquel entonces, a uno de los grandes supermercado de la droga de nuestro país, Barranaquillas, una labor que desde 2008 se trasladó a Valdemingomez. "Digamos que Cañada Real y este sector 6 de la droga es como el salón de nuestra casa, es nuestra segunda casa donde ya conocemos a todos y, donde intentamos sobre todo humanizar, dar un abrazo e intentar que la gente salga adelante y fuera del mundo delincuencial esté en el punto en el que esté, sea desde el punto de vista de los drogadictos, de los vendedores, del que sea. Porque la droga es el verdadero demonio y hace daño a todo el mundo que la toca, sea por donde sea". Otro momento clave en su recorrido lo marcó la pandemia donde muchas familias se vieron confinadas no solo en un domicilio sino también en vulnerabilidad.
Efecto aplastamiento de la pobreza
La situación lejos de haber mejorado, ha mutado hacia un panorama más desalentador. "Lo que estamos detectando desde hace unos meses es que empieza a haber muchas familias que aún teniendo algún tipo de ingreso no llegan a fin de mes por el tema de la vivienda, que es brutal. Esto provoca lo que nosotros llamamos el 'efecto aplastamiento' porque el programa que tenemos para las familias desfavorecidas lo ocupan familias con ingresos, al programa que tenemos para la gente de calle como era el de la Plaza Ópera que el Ayuntamiento nos prohibió, vienen mujeres que son cabezas de familias monoparentales, vienen con sus carritos a un programa que es para gente de calle, lo que pasa es que es tan brutal la presión y el número de gente que ha entrado en niveles de pobreza, que nos encontramos con que tenemos que ayudar a gente que está trabajando".
El rifirrafe con el Ayuntamiento de Madrid
Y en estos 30 años, Chules asegura que nunca han tenido un roce con nadie. Sin embargo, algo cambió tras el verano. "En 30 años jamás hemos tenido un solo problema de reparto de alimentos en la vía pública en Madrid, ya sea cuando empezamos en la vía Azca Cuzco como en la de Valdemingómez. Sería absurdo que prohibieran repartir un bocadillo ahí, porque ahí lo que se vende son drogas y todo tipo de actividad delincuencial". ¿Qué cambió entonces para que el Ayuntamiento de Madrid haya prohibido su actividad en la Plaza de Ópera? "Lo de Ópera creció tanto que después de 3 años el Concejal de Servicios Sociales decidió que había que cortar. Como no pueden decir que el problema es que la pobreza se hace visible se han inventado un poco la excusa, que yo creo muy peligrosa, de que hay que pedir autorización administrativa previa por ocupación de la vía pública, entre otros argumentos que son, a nuestro entender, bastante autoritarios y antijurídicos. Es decir, una actividad humanitaria nunca puede ser una actividad ilegal ni que esté sometida a autorización administrativa previa como si fuera una venta ambulante, un negocio, una actividad económica", reprocha Chules.
Desde el Ayuntamiento se considera "encomiable" la labor de la fundación, pero argumentan "son varios los incumplimientos continuados que surgían cada día de reparto", como la entrada no autorizada de vehículos al distrito ya que se realiza fuera del horario establecido de carga y descarga en Centro o la ocupación de vía pública no autorizada con el apilamiento de innumerables cajas de alimentos. Añaden también que los alimentos entregados "no cuentan con la trazabilidad correspondiente y no se puede garantizar el cumplimiento de las medidas sanitarias oportunas".
La respuesta a esta exposición de motivos es clara. "Nosotros vemos bastante aporofobia precisamente por este argumento que dice el Ayuntamiento de que ensuciamos. A nadie se le ocurre decir a un turista que tiene que limpiar lo que ensucia en el centro de Madrid sino que lo que se hace es reforzar los servicios de limpieza municipal. Pues si el que ensucia en lugar de un turista es un pobre entonces es la propia asociación quien se tiene que encargar de dejar limpio el sitio y de decirle a la gente que por favor no tire un papelito al suelo. De tal manera, que nosotros Ópera lo dejábamos más limpio de cómo lo encontrábamos al principio. A nadie se le ocurre prohibir la Champions League porque viene un grupo ultra a destrozar nuestra ciudad o nuestro mobiliario, se movilizan no sé cuántos policías cada vez que hay un partido de alto riesgo y a nadie se le ocurre prohibir el fútbol, pero a nosotros sí ¿por qué? Porque somos gente vulnerable a los que nadie atiende sus intereses y ahí sí se puede decir que hay razones de orden público o de limpieza que hacen que se prohíba esta actividad", defiende.
Entre las sospechas está que haya sido un vecino o un local de la zona quien haya denunciado y el alcalde madrileño apunta como posible solución que haya una sede concreta, opción que no convence a Bocatas. "Los problemas de denuncias de vecinos o de restaurantes cercanos no los va a resolver un local porque el problema es el mismo, que es la visibilidad de la gente vulnerable, que no quieren ver en el centro de Madrid. Pero que son ciudadanos tan de primera como los que van al estreno a la Ópera y aparcan sus coches escoltados por la Policía Municipal y la furgoneta de las ONGs se les multa por carga y descarga y van perseguidas por la policía municipal. Yo creo que estamos haciendo una sociedad que es un poquito injusta" apostilla para terminar nuestro entrevistado.
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