El uso del botox, un tratamiento utilizado para arrugas faciales se popularizó en Estados Unidos en 2002 y siempre triunfó durante años entre las actrices más conocidas. El problema surge cuando se empieza a abusar de este tratamiento y se ven caras inmóviles e inexpresivas. Una década después rostros conocidos han puesto freno al uso abusivo de botox, y se han moderado.
La búsqueda de la eterna juventud, juega a veces malas pasadas y existen conocidos ejemplos. Hemos visto a Maddona con cara inexpresiva y encontramos a Meg Ryan poco natural trás el uso de estos tratamientos. Nicole Kidman fue la primera que admitió que había abusado del botox.
Los especialistas reconocen que "ya se han dado cuenta las actrices de las consecuencias de estos abusos, y ya un primer plano no lo puede soportar".
Ese abuso indiscriminado del botox barrió la sociedad americana, incluso se organizaban botox party según los expertos. Fiesta y reuniones de amigas en las que se tomaba un refresco y se ponían botox.
Afortunadamente, para algunas, los efectos se anulan a los seis meses. Después de años de abusos, la práctica ha cambiado y ahora es más moderado. Se ha pasado a una utilización del producto de una forma más moderada en el que el resultado es mucho más natural acercándose a la escuela mediterránea según señala un experto.
La clave consiste en utilizar este tratamiento sin que se note. Un equilibrio que se encuentra entre la exigencia de la paciente y la responsabilidad del cirujano que lo realice.
