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SEÑORITA PURI COMENTA 'CASADOS A PRIMERA VISTA'
Locos de altar
Nuestra tuitera experta en "Cómo sobrevivir a tíos, primos, cuñados y la madre que los parió a todos", @SenoritaPuri se apunta a comentar 'Casados a primera vista' cada semana.
El prime time de televisión se ha transformado en un universo de ganapanes buscavidas, cazadores de warholianos efímeros minutos de fama. Niños que deleitan al respetable con sus gorgoritos, palmas y lereleles; macizas de discoteca de pueblo y cachas de extrarradio que simulan peleas y romances a tres, cuatro y cinco bandas, en una suerte de burda telenovela donde impera el griterío, y la caspa cae a raudales como en una de esas bolas de cristal con nieve; o edípicos infantes que, escoltados por sus progenitoras, acuden a la conquista del trono del amor, sin ser conscientes (o tal vez sí) de que el único trono que en realidad ocupan no es de oro y armiño, sino ¡ay! de aséptica cerámica blanca.
Esperaba ver algo parecido en Casados a primera vista, lo confieso, pero me encontré un mundo nada circense, más duro e impenetrable que las confesiones y vicios mundanos. Encontré soledad. No esa soledad buscada, reflexiva e introspectiva, sino la violenta soledad circunstancial que se instala en tus entrañas y arrastra mar adentro, que te cala los huesos y empapa el alma. Pero ayer encontré, sobre todo, esperanza. Gente que se lanzaba con fe ciega para huir de la soledad y encontrar, Cancún mediante, el placebo del amor a través de un test de compatibilidad en una boda contrarreloj que destilaba el romanticismo propio de un tacto rectal: Ese irreal momento del novio en el altar preguntando el nombre a la novia, los piropos impostados para romper el impenetrable hielo de la futura señora-de, o ese beso aséptico en la mejilla de los recién casados, que no aventuraba un futuro idílico de platos a rebosar de perdices.
Decía una canción de Vinicius de Moraes que el amor es eterno mientras dura. Habrá que seguir pendiente de la pantalla para ver el desenlace de los enlaces, pero yo me quedo con ese brillo en los ojos de los candidatos cuando supieron que iban a casarse, el entusiasmo con que compartieron la noticia con sus amigos y su familia. Tal vez el amor sea también ese momento, tan efímero, pero a veces tan vital, como un brillo puntual.
Señorita Puri
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