Según datos facilitados por la Policía Nacional, en los últimos siete años se ha detenido a más de 600 personas por estos timos, se han esclarecido más de 1.200 casos y se han recuperado más de 2,8 millones de euros estafados a ciudadanos de los cinco continentes. Solamente en Madrid, la Policía ha detenido a 186 personas y ha investigado más de 200 estafas.
De forma sistemática, los estafadores envían cada día miles de cartas y correos electrónicos a posibles "primos" de países de toda la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá, Australia u Oriente Medio. En sus comienzos, estas redes eran capaces de enviar entre 20.000 y 30.000 cartas diarias, aunque ahora su producción se ha reducido a un tercio, unas 9.000 misivas al día, gracias al bloqueo de sus fuentes de financiación.
No obstante, los mensajes sigue siendo atractivos: "Ha resultado agraciado con un premio de la lotería española de XX millones de euros" o "Antes de su muerte mi cliente depositó 20 millones de dólares que legalmente le pertenecen". Las direcciones, nombres o correos electrónicos de las víctimas son obtenidos de listados de empresas de markéting y publicidad que venden estos datos.
La inmensa mayoría de los receptores no pican el anzuelo y hacen caso omiso de las promesas, pero el negocio es rentable con que apenas un puñado de incautos respondan a las misivas.
El timado recibe incluso documentos, siempre falsos, emitidos supuestamente por la entidad depositaria de la herencia millonaria en los que se acredita haber recibido la orden de transferencia a favor de la víctima. Pero antes de materializarse ese ingreso, que nunca llegará a producirse, comienzan los problemas y es necesario que el estafado adelante una cierta cantidad de dinero para diversos gastos de gestión, impuestos o sobornos a terceras personas.
Una vez que se producen los primeros pagos, los estafadores continúan solicitando más dinero hasta que la víctima se percata del engaño y los timadores desaparecen. Las cantidades estafadas pueden llegar a los 400.000 euros, todo depende de la habilidad de los timadores para estirar más y más la ingenuidad o la avaricia del timado