Okupación
Los okupas desalojados de un piso en A Coruña okupan otra vivienda en el mismo edificio
Los propietarios denuncian que el inmueble ha quedado inservible, ya que los okupas lo destrozaron todo antes de irse.
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Hacía once meses que el propietario del número 41 de la avenida de Oza, en A Coruña, había presentado una demanda contra los okupas que habitaban el cuarto piso de su edificio. A primera hora de la mañana de este jueves, por fin, la Policía Nacional acudió al lugar para ejecutar el desalojo.
Sin embargo, se encontraron con un piso destrozado y vacío. Los okupas habían abandonado el cuarto piso, pero se habían metido en el primero. "Ahora tenemos que volver a empezar todo el proceso: presentar una nueva demanda contra la nueva okupación y esperar otros tantos meses", señala Ignacio Martínez, abogado del propietario.
El piso ha quedado inservible. A simple vista encontramos muebles destrozados, puertas arrancadas, desperdicios y restos de todo tipo, incluso excrementos y moscas, muchas moscas. Pero más allá de lo que se ve, está el olor, insoportable, a pesar de que las ventanas permanecen abiertas.
Los vecinos denuncian que "este problema viene desde hace muchos años", tal y como cuenta Paula, vecina del bloque de al lado. "Antes había un narcopiso y no paraban de entrar y salir personas. ¡Vendían droga hasta en la calle! Estábamos todos en alerta, pendientes de sus movimientos y con miedo", relata mientras recuerda "los ruidos a todas horas, especialmente por las noches, y los malos olores. Es algo insalubre".
"La gente ha dejado de venir porque a nadie le gusta estar viendo un desfile de okupas a su lado. Estamos perdiendo muchísimo dinero"
Todas estas molestias las sufre también Antonio Saqués, propietario del restaurante Casa Saqués, que, además, lamenta las pérdidas que esta situación le han ocasionado: "Esto ha acabado con el negocio. Siempre tuvimos muchos clientes, pero la gente ha dejado de venir porque a nadie le gusta estar viendo un desfile de okupas a su lado. Estamos perdiendo muchísimo dinero".
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Todos reclaman ayuda a las autoridades para solucionar un problema que "altera la vida de un barrio que siempre fue muy tranquilo", como apunta Paulo Sesto, presidente de la asociación de vecinos.
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