Cuenca amaneció nevada

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LA CIUDAD AMANECIÓ NEVADA

La lluvia obliga a suspender las Turbas de Cuenca

Es la cuarta vez en lo que va de siglo en la que la procesión Camino del Calvario no puede salir.

La lluvia ha obligado esta madrugada a suspender la procesión Camino del Calvario, más conocida como de Las Turbas, por cuarta vez en este siglo en un Viernes Santo, en el que la ciudad de Cuenca ha amanecido cubierta por un ligero manto blanco por la nieve. 

El cortejo ha efectuado su salida sobre las 5:40 horas, unos diez minutos después de la hora prevista, desde la Iglesia de El Salvador en una plaza llena de turbos al grito de "que lo baile", tambores broncos y "palillás". 

Seguidamente, ha pisado la calle El Jesús de las Seis, de la Hermandad Nuestro Padre Jesús Nazareno de El Salvador, y posteriormente lo han hecho las tallas de San Juan y la Verónica, cuando ha empezado a llover. "Hemos tenido que tapar las imágenes con plásticos", ha lamentado Carlos García, del Grupo Turbas, quien en declaraciones a Efe ha reconocido que a pesar "de la gran tristeza" no han tenido más remedio que devolver las imágenes a los templos, como ha decidido la Junta de Cofradías de la Semana Santa de Cuenca.

A pesar de algunos momentos de incertidumbre, de tensión y de algunos llantos, los banceros han acatado la decisión y han trasladado los pasos sin ningún tipo de incidentes. No es la primera vez que ocurre una circunstancia similar porque desde el año 2000 han sido cuatro las ocasiones en las que se ha tenido que suspender la procesión, según el representante del Grupo Turbas. 

O bien porque ha empezado a llover durante el cortejo o porque la probabilidad de lluvia era tan alta que siquiera salió la procesión más emblemática de la Semana Santa de Cuenca, declarada de Interés Turístico Internacional, como ocurrió en el año 2009, aunque finalmente las precipitaciones no hicieron acto de presencia. En todo caso, sí se ha cantado el Miserere dentro del templo de El Salvador, uno de los momentos más bellos de la procesión, porque los 'turbos' guardan su máximo respeto, dejan de gritar y de tocar sus clarines.

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