Inteligencia Artificial

La inteligencia artificial en las aulas: entre el avance y el riesgo de generar 'pereza mental'

Un estudio advierte de que el impacto de la IA en la educación depende del uso que se le dé: puede reducir desigualdades y personalizar el aprendizaje, pero también fomentar la dependencia tecnológica.

Profesora con los alumnos

Profesora con los alumnosFreepik

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La IA promete cambiar la manera en que los estudiantes aprenden. Su capacidad para ofrecer tutorías personalizadas, adaptar contenidos al ritmo del alumno y funcionar en entornos de baja conectividad abre nuevas puertas en la educación. Sin embargo, también plantea serios riesgos si no se utiliza con un enfoque pedagógico adecuado. Así lo revela el reciente estudio 'Ventajas y desventajas de la IA en la educación: el caso de los tutores individualizados guiados por la IA', elaborado por Ismael Sanz, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos y de la London School of Economics.

Según el informe, la IA bien utilizada puede representar el equivalente a uno o incluso dos años de aprendizaje adicional. Es el caso del programa piloto llevado a cabo en Ghana, donde el chatbot matemático Rori logró avances educativos notables por un coste de apenas cinco dólares por alumno. De forma similar, en Nigeria, la implementación de Microsoft Copilot permitió mejoras en los estudiantes equivalentes a entre 1,5 y 2 años escolares.

Estos casos demuestran que la IA, si se orienta con fines pedagógicos, puede ser una herramienta potente para reducir la brecha educativa, sobre todo en contextos con recursos limitados. No obstante, el informe también alerta sobre el lado oscuro del uso indiscriminado de esta tecnología.

El estudio pone como ejemplo un experimento realizado en Turquía con dos versiones del modelo GPT-4: una orientada a guiar al alumno mediante pistas (GPT-Tutor), que mejoró los resultados, y otra que simplemente ofrecía las respuestas completas (GPT-Base), lo que provocó una actitud pasiva y una menor retención del aprendizaje que incluso aquellos que no usaron asistencia de ningún tipo. Este fenómeno, conocido como 'cognitive offloading' o 'pereza cognitiva', pone en duda los beneficios automáticos de la IA cuando se utiliza sin un enfoque pedagógico crítico.

Otros estudios citados refuerzan esta idea: estudiantes universitarios que emplearon ChatGPT para mejorar sus textos lograron redacciones más correctas, pero disminuyeron sus estrategias metacognitivas, como la planificación, la autoevaluación o la monitorización del propio aprendizaje. Además, informes de organismos internacionales como la OCDE han advertido sobre la posibilidad de una erosión de habilidades socioemocionales, dependencia tecnológica y desinformación si se utiliza la IA sin acompañamiento docente.

El éxito de la Inteligencia Artificial educativa no solo depende de la tecnología, sino también de cómo se integra en el entorno escolar. La clave está en desarrollar modelos híbridos, como el de Khanmigo de Khan Academy, que funcionan como copilotos del aprendizaje: no dan respuestas directas, sino que ayudan al alumno a razonar, reflexionar y autocomprobar su progreso, al tiempo que descargan al profesor de tareas administrativas.

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