Crisis migratoria

Hablamos con un migrante que consigue llegar a Alemania: "He visto la muerte en el bosque"

Mostafa lo ha logrado. Es uno de los 5.000 migrantes que este año han llegado a Alemania atravesando los bosques de Bielorrusia y cruzando la frontera con Polonia. Pero no lo recomienda. Ha sufrido mucho. Nos lo cuenta desde el albergue para refugiados en Karlsruhe en el que se encuentra.

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Mostafa se sacó el título de periodismo en la universidad en Irak. Aunque trabajaba como peluquero fue ese afán por contar historias el que le llevó a documentar con su móvil la huida de Irak para llegar a Alemania.

Conflicto migratorio en la frontera

Por supuesto, pasando por Bielorrusia y Polonia. La ruta que miles de migrantes han elegido en los últimos meses porque se lo ponían todo en bandeja. Sólo había que sacar un billete de avión. El régimen de

Lukashenko otorgaba el visado de turista sabiendo que los que volaban a su país no querían quedarse en él. Muchas agencias incluso ofrecían traslado a la frontera. Él es uno de los 5.000 migrantes que este año han llegado al país germano a través de esta vía.

Su historia comienza en julio, cuando recibió amenazas en forma de nota escrita: "Me dijeron que podría ser una broma pero no sabemos si era cierto o no". En septiembre le secuestraron por ser activista, por haberse manifestado y por sus publicaciones en Facebook. "Me golpearon y me dijeron que esa era la última advertencia". Dos días después le soltaron y su familia le reservó un billete de avión para el 10 de noviembre. Los vuelos estaban llenos. Sus padres le dijeron que se fuera a Europa: "Allí hay seguridad, vive tu vida. Rezaremos por ti".

Mostafa aterriza en Minsk y frota sus manos congeladas. Al espirar, sale vaho por su boca. El frío le da la bienvenida en Bielorrusia, pero ese parece ser el único obstáculo. No está solo, viaja con conocidos. Se alojan en un hotel, comen en restaurantes, y se van de compras: abrigos, tiendas de campaña, sacos de dormir y cizallas para romper las vallas de la frontera. Hay risas y buen ánimo mientras se preparan. Parece el inicio de una aventura. No lo será.

Los trasladan al bosque en coche. Una vez allí, están vendidos "El viaje fue muy difícil, no había comida ni agua, hacía mucho frío". Mostafa forma parte de un grupo de 15 personas, gente joven, familias con ancianos y niños.

Tensión en la valla

En el bosque hay soldados bielorrusos. Y ellos mandan. La primera vez que les interceptan les piden explicaciones. Ellos tienen miedo y callan, entonces un soldado hace ademán de sacar el arma y uno de ellos, asustado, habla. Les golpean, les detienen y les llevan a un espacio que llaman territorio prohibido. El mismo ejército, que, días después, les ayuda a romper la valla para entrar en Polonia.

No logran pasar a la primera, contactan con una familia iraní que les ayuda. Pero cometen un error, caminar por la mañana. Alguien les ve y son devueltos a la frontera por la policía polaca. Finalmente lo consigue. Mostafa está ya en Alemania. Sabe que ha dejado atrás a gente en el camino, pero no puede comunicarse con ellos. Allí no hay cobertura.

Ha conseguido llegar a un albergue para refugiados y está haciendo la cuarentena por covid. Ahora, ayuda a explicar a los refugiados qué pueden hacer para solicitar asilo. Desde su litera, se dedica a entrevistar a otros, que como él, han cruzado la frontera entre Bielorrusia y Polonia. Aunque no recomienda elegir su camino, un camino en el que ha visto hambre, frío y muerte.

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