El principal punto de 'menudeo' de droga de Madrid, situado en la Cañada Real, ha sido desmantelado en una operación dirigida por agentes de la Policía Nacional. La operación se ha saldado con veinte detenciones y la desarticulación de este grupo organizado dedicado al tráfico de estupefacientes en la zona. Diecisiete de ellos ya están en prisión.
A primera hora de la mañana, la Policía llevó a cabo siete registros simultáneos en diferentes inmuebles de la capital en los que se incautaron de efectos valorados en más de medio millón de euros. Así, intervinieron un total de 84.000 euros en efectivo, tres kilos de cocaína, 700 gramos de heroína y 600 de sustancia de corte.
También se incautaron de dos pistolas y una escopeta, una granada de fragmentación, cuatro vehículos, dos de ellos de alta gama y ocho kilos en joyas cuyo valor estimado ronda los 240.000 euros.
Al frente de este entramado se encontraba un matrimonio que presuntamente controlaba y supervisaba el funcionamiento de toda la organización, amenazando incluso a clanes rivales para conseguir hacerse con todo el mercado de Valdemingómez. De hecho, miembros de otros 'históricos clanes' también vinculados al tráfico de estupefacientes en la zona se habían puesto a su servicio y trabajaban para ellos.
La distribución de estupefaciente se organizaba desde tres parcelas de la Cañada. La primera de ellas se utilizaba exclusivamente como almacén de droga, con el objeto de no despertar sospechas entre la Policía, ya que en su entorno no se producía ningún movimiento sospechoso.
Cuando los miembros del grupo iban a por mercancía a esta parcela, la entrega se hacía "con total cautela", según han informado a Europa Press fuentes policiales. Los traficantes aprovechaban los momentos en los que había menos presencia policial y extremando todas las medidas de seguridad, para lo cual contaban con la colaboración de numerosas personas que controlaban diversos puntos del poblado y daban aviso en el que caso de que hubiera policía por el entorno.
La distribución del estupefaciente se llevaba a cabo en las otras dos parcelas, que eran utilizadas como puntos de venta operativos las 24 horas del día. Para ello, el matrimonio había elaborado diversos turnos a cuyo frente ponían a personas de su total confianza. La pareja supervisaba incluso la puntualidad de estos individuos, a los que premiaban su eficacia pagándoles después la cantidad convenida.
Según ha apuntado la Policía, en la mayoría de los casos el cobro de estos servicios se realizaba en forma de dosis de droga. La intervención policial resultó especialmente dificultosa en estas dos parcelas al estar divididas y compartimentadas, con numerosas puertas a modo de esclusas, que convertían los inmuebles en auténticos fortines.