España, que ocupa durante dos años un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU "tiene una labor clave, una posición en la que debe demandar que se apliquen soluciones políticas y pacíficas a los conflictos" en los países de donde huyen los inmigrantes, dice Rosa Otero, portavoz de ACNUR en España.
En 2014, entraron irregularmente en la Unión Europea unas 290.000 personas, de las cuales 220.000 lo hicieron por el Mediterráneo. Alrededor de 3.300 fallecieron en el intento. A España, llegaron 12.500 inmigrantes (7.000 por el mar), y sobre todo en Melilla (5.000) la cifra se duplicó respecto a 2013.
"Se ha venido alertando (a los gobiernos) de ese peligro para personas que se lanzaban al mar poniéndose en manos de mafias y subiendo a embarcaciones no preparadas para navegar, y no se tomaron medidas", señala Otero.
Hasta el 20 de Abril de 2015 habían entrado en la UE 57.000 refugiados (unos 36.000 en embarcaciones), y 1.600 habían perecido en el mar.
La mayoría de los refugiados procede de naciones en guerra como Siria, Etiopía, Somalia, Irak, Mali o Chad, aunque es notable también el número de desplazados procedente de Kosovo.
La portavoz de ACNUR reconoce que la política de inmigración europea puede verse influida por la multiplicación de "movimientos xenófobos con mensajes contra la inmigración y la llegada de refugiados".
"El refugiado no pueden convertirse en chivos expiatorio. No es el peligro, sino que son las víctimas que huyen del peligro, de la violencia", señala.
La agencia de la ONU reclama "una sólida operación de búsqueda y rescate" que permita salvar miles de vidas y que la UE aumente el número de acogidas, y apoye especialmente a Italia y Grecia, que son los países que más inmigrantes reciben.
Además, según ACNUR, son necesarias alternativas legales, como la mejora de los programas de reunificación familiar, así como visados de trabajo y estudios, de forma que las personas en necesidad de protección internacional no se vean obligadas a recurrir a este tipo de peligrosas travesías.