Un niño aka, antes y después del tratamiento contra el pian.

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LA CAUSA EL PIAN| UNA ENFERMEDAD OLVIDADA

Los pigmeos luchan contra la bacteria que borra sus rostros

Médicos sin Fronteras emprende una casi imposible campaña en las selvas del norte de Congo para eliminar el pian, una enfermedad olvidada cuyos dominios comienzan donde acaban los caminos.

Es difícil imaginar la cara de frustración del médico estadounidense Matthew Coldiron cuando, tras haber conducido cinco horas en un todoterreno, haber remado una hora en una canoa agujereada para atravesar un río del color de la orina, haber marchado otra hora con el barro hasta las rodillas por un pantano y haber caminado otras dos horas a machetazos por la espesa selva, al llegar a la aldea de Kpeta (en el norte de Congo) sus pacientes eran incapaces de tragarse la pastilla que los salvaría de una enfermedad dolorosísima. La píldora se atascaba en sus bocas como si fuera un cangrejo. “Muchos de ellos no habían tomado jamás una pastilla”, recuerda Coldiron, de la organización Médicos sin Fronteras.

Los pacientes eran los aka, un pueblo pigmeo de cazadores-recolectores esclavizado durante décadas por sus vecinos bantúes. Algunos de ellos ni siquiera habían visto una píldora en su vida. Pero allí estaba el doctor Coldiron, maloliente tras días sin ducharse y con una úlcera en su pie derecho llena de huevos de pulga, intentando enseñar a los pigmeos a no escupir ni masticar la pastilla.

Había mucho en juego. La píldora, el antibiótico azitromicina, es prodigiosa. Una sola dosis basta para alejar el fantasma del pian, una enfermedad olvidada producida por una bacteria que sin tratamiento puede deformar los huesos e incluso borrar un rostro. Hay unos 500.000 afectados en el mundo, principalmente niños de zonas remotas en países tropicales. La enfermedad, explica Coldiron, empieza donde acaban los caminos, allí donde un médico se convierte casi en un personaje imaginario de un relato oral, como un dragón o un unicornio.

Médicos sin Fronteras se ha propuesto eliminar la enfermedad en uno de los lugares más inaccesibles de la Tierra, las selvas del norte de Congo. “Los pigmeos aka han sido condenados al ostracismo en su propio país, no tienen acceso a la sanidad”, denuncia Coldiron, establecido en París con la ONG pero formado en la Universidad de Princeton (EEUU).

La campaña para eliminar el pian arrancó en septiembre de 2012. Durante cuatro semanas, tres equipos de unas 10 personas, uno de ellos liderado por Coldiron, peinaron la selva alrededor del río Oubangui buscando a cualquier ser humano. Recorrieron cientos de minúsculos poblados. En las zonas más aisladas, las marcas del pian estaban presentes en el 10% de los niños: úlceras rojas con forma de moneda en la cara, en los brazos o en cualquier otra parte del cuerpo. “Algunos tenían los huesos deformados”, rememora el médico.

Con una pastilla de azitromicina, los enfermos más leves se recuperaban en unas semanas. “Cada dosis cuesta un dólar. No parece mucho dinero, pero sí lo es si tenemos en cuenta que hablamos de una enfermedad olvidada en un país con pocos recursos”, argumenta Coldiron. La farmacéutica Pfizer, con un beneficio neto de 11.000 millones de euros en 2012, se ha negado hasta la fecha a donar el medicamento, vendido en los países desarrollados para tratar bronquitis e infecciones de garganta, así que Médicos sin Fronteras optó por comprarlo a una fábrica de fármacos genéricos de India.



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