Estrés laboral

El estrés, la epidemia del siglo XXI: "Hay que dejar de tratar a nuestra mente como invencible"

La OMS calificó el estrés como la nueva epidemia del siglo XXI. Hablamos con expertos para saber plantarle cara a la ansiedad.

Imagen de archivo de un folio con la palabra estrés

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¿Cuándo fue la última vez en que te sentiste plenamente en paz? ¿Cuál fue el último fin de semana que te dedicaste solo a ti, lejos de las responsabilidades, los quehaceres y las obligaciones? El estrés se ha convertido en nuestra sombra, incluso cuando no sabemos que lo que nos ocurre es que estamos estresados.

La RAE define el estrés como una "tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves". Esta semana se ha celebrado el 'Día Mundial de la Conciencia sobre el Estrés' y no queremos dejar pasar la oportunidad de indagar en la 'epidemia' del siglo XXI.

Desde la Newsletter de Antena 3 hemos hablado con Francisco Rivera, psicólogo general sanitario y responsable clínico de Unobravo y lo primero que le preguntamos es precisamente qué es estar estresado porque hay mucha gente que defiende que estar estresado es positivo. "El estrés realmente es una respuesta psicofisiológica que nos ayuda a mantenernos vivos. Realmente el estrés no es malo. Existe el estrés agudo que decimos que nos salva la vida y el estrés crónico que nos la quita lentamente. El estrés agudo es ese momento de adrenalina y cortisol que sufres, por ejemplo, cuando vas por la calle y pita un coche, eso hace que pegues un salto para apartarte. Te ha salvado la vida. Sin embargo, el estrés crónico es cuando esa amenaza no se va, está constante, por ejemplo, esas preocupaciones laborales que tenemos todos los días, pagar la hipoteca, llegar a fin de mes... Este es el estrés realmente peligroso, porque es el que afecta a nuestra salud. Empezamos perdiendo el sueño y podemos llegar a tener problemas cardiovasculares", advierte nuestro experto.

Según los datos del estudio de Unobravo, el 35% de los españoles identifica el trabajo como una de las primeras fuentes de malestar psicológico y casi la mitad de la población, un 44%, ha experimentado ansiedad por la presión laboral en algún momento. En esta misma línea hay otros informes que corroboran los datos. Casi un tercio de los jóvenes españoles sufren estrés y un 25% tiene ansiedad por motivos laborales y académicos, según un estudio de Fundación Pfizer y Fad. Juventud.

¿Qué nos estresa?

Para Francisco, estas cifras son "alarmantes" y tiene claro que no es que se haga solamente una cosa mal, sino que son varios factores. "El primero evidentemente es la sobrecarga, cuando estamos haciendo una tarea y por fin la terminamos, parece que el grifo está abierto. Hemos terminado una, pero nos han entrado tres. Algo más sutil es el sentimiento de falta de autonomía. Parece que no tenemos el control de nuestro propio tiempo, por ejemplo, nos cambian una reunión, no podemos elegir si teletrabajamos un día porque tenemos un hijo enfermo, etc. Y algo que también es importante y es doloroso es el desequilibrio que existe entre el esfuerzo y la recompensa. Y no me refiero a una recompensa monetaria, a la nómina. Me refiero a cuantas veces nos hemos quedado haciendo un trabajo extra, un esfuerzo extra para terminar un proyecto y quizás no nos han dado ni siquiera gracias, esa palmadita en la espalda que hace tantísimo. Muchas veces, no es la recompensa económica, sino la recompensa emocional", puntualiza.

Realmente no hacen falta estudios para saber que el estrés está a la orden del día, solo hace falta girar la cabeza para identificar a varias personas con problemas de ansiedad en nuestro entorno. Pero, ¿qué ocurre ahora para que todos suframos esta enfermedad? ¿Qué hicieron bien nuestros padres para no padecerla que no hacemos ahora nosotros? Y quizás aquí está el 'quiz' de la cuestión. Seguro que el ritmo frenético que gasta nuestra generación no ayuda a relajarse, pero no es que nuestros antepasados tuvieran una vida fácil.

Así tratábamos antes a nuestra mente y así la tratamos ahora

La diferencia la encontramos en el trato que damos a nuestra mente. "Hemos dejado de tratar a nuestra mente como si fuera invencible, a tratarla como una herramienta que tenemos que cuidar y que si no lo hacemos pasa factura. Poco a poco, hemos quitado el estigma al estrés, hemos visto que el estrés es un fallo, no es una debilidad. Generaciones anteriores son generaciones que decían: 'Puedo con todo'. 'Tengo que hacerlo todo en tiempo y forma', y si en algún momento me quejo porque no puedo, porque no llego, eso se veía como un signo de debilidad. Afortunadamente, las nuevas generaciones, pues tienen más información y sobre todo no normalizan el tener que tener un estado de estrés para ponerse una medalla, todo lo contrario. Saben que es una señal de alarma de que algo no va bien y cuando algo no va bien hay que poner una solución. Hay que cuidarse, respetarse a uno mismo. Por eso creo que actualmente, con este cambio de estigma del estrés, vamos hacia una tendencia en la que no somos débiles, sino que sabemos cuidarnos".

Uno de los superpoderes del estrés es que no conoce límites, es decir, aunque la ansiedad la sintamos en nuestro espacio de trabajo, cuando abandonamos la oficina ese estrés no se queda ahí, sino que "cruza la puerta de nuestra casa". Una encuesta europea realizada por la ONG internacional Make Mothers Matter reveló que las madres españolas lideran el ranking de ansiedad y agotamiento de todo el continente europeo. Francisco Rivera nos explica que "hay varios factores. El primero es que, aunque hemos avanzado muchísimo con respecto a la corresponsabilidad, todavía las madres tienen esa doble jornada, esa jornada laboral y se ocupan de las partes importantes del cuidado de los hijos, de organización, etc. Encima, cuando hablamos de mujeres de entre 35 y 50 años, hablamos de una 'generación sándwich', es una generación que está cuidando a sus hijos y también está cuidando a sus padres, por lo tanto, la presión es importante. Eso tiene un impacto en las familias y es lo que decimos el 'efecto de derrame'. Cuando nos traemos este estrés y cruza la puerta del domicilio notamos que tenemos más irritabilidad, el estrés lo que va a hacer es que ante una pequeña situación de conflicto con un hijo saltamos de forma desproporcionada, tiene un efecto de desconexión, podemos estar escuchando a nuestros hijos, pero estar pensando en el trabajo que tenemos pendiente y esto ¿afecta a nuestros hijos? Claro que sí".

Reflexionando sobre las posibles causas, caemos en el hecho de que muchas personas no son capaces de identificar sus diferentes emociones. El hecho de no conocer qué estamos sintiendo hace que no seamos capaces de diferenciar una de otra. Quizás no estamos enfadados, sino que estamos ansiosos, quizás la frustración que sentimos la confundimos con fracaso. "En España hemos tenido una educación basada en la parte académica, somos expertos en hacer análisis sintáctico de frases, sin embargo, no somos capaces de hacer un análisis emocional de lo que nos ocurre. Yo creo que esta parte es una carencia que existe en esta generación".

Si esta falta de educación emocional la traspasamos al mundo laboral, el panorama que se refleja es el siguiente. "Las empresas han confundido ser profesional con ser impersonal. La empatía realmente es una herramienta muy poderosa de liderazgo. El modelo tradicional ha sido el modelo de 'ordeno y mando' y aquí la empatía se veía como un elemento de debilidad. La falta de empatía produce el efecto más catastrófico en el trabajador. El no tener ese equilibrio entre el esfuerzo y la recompensa emocional de un gracias, de un buen trabajo. Sí que es verdad que hemos avanzado muchísimo y ahora las empresas ven la empatía no como un gasto sino como una inversión. Cuando un líder utiliza la empatía como herramienta, lo que está dando es una seguridad psicológica a su equipo. Ese equipo va a ser un equipo más cohesionado, más creativo, más productivo, va a crear más sentimiento de pertenencia. Se permite opinar, se permite fallar, se permite equivocarse, y eso hace que al final los resultados sean muchos mejores que con otras herramientas".

Síndrome de Burnout

Son multitud los trabajadores que en los últimos tiempos se han visto afectados por un síndrome hasta ahora desconocido, el 'burnout' o 'del quemado'. Pero, ¿es lo mismo que estar estresado?

"El estrés laboral sería tener la sensación de que me estoy ahogando y el burnout sería el ahogamiento en sí. Digamos que uno es una consecuencia del otro. Empezamos con el estrés laboral que reproduce esa lucha constante que estamos teniendo en el trabajo, para llegar ahí tenemos esa sensación de que voy con la lengua fuera. El burnout es cuando hemos llegado al agotamiento. La OMS, digamos que pone tres dimensiones:

  • El ahogamiento emocional o extremo que ya no puedo sentir casi nada ni siquiera dolor
  • La despersonalización o cinismo, esto es que no me importa nada
  • La baja realización personal, la sensación de que lo que hago no sirve para nada

El burnout es un gran problema que tiene el estrés como señal de alerta. Hay que atender esa señal de alerta que es el estrés para no llegar al gran problema que es el burnout", nos explica Francisco Rivera.

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