Ataque Ucrania

Rusia intensifica su ofensiva y ataca las ciudades de Kiev y Zaporiyia tras la cancelación del encuentro entre Trump y Putin

Una nueva oleada de ataques con misiles rusos ha sacudido la capital ucraniana, Kiev, así como la ciudad de Zaporiyia, provocando víctimas civiles, daños en torres residenciales y en infraestructuras energéticas. El bombardeo se produce justo después de que Trump anunciara la cancelación de la reunión prevista con Putin en Budapest.

 Aumentan a seis los muertos, entre ellos dos niños, por los últimos ataques de Rusia contra Ucrania

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La madrugada del martes 22 de octubre queda marcada por una nueva ofensiva rusa que ha puesto en alerta a Ucrania. Según informes, la ciudad de Kiev sufrió ataques con varios misiles y drones, que impactaron distritos residenciales, provocaron incendios y daños en infraestructuras energéticas. También impactaron en Zaporiyia con misiles balísticos que dejaron al menos trece heridos y múltiples daños en edificios civiles.

Este ataque llega justo después de que Donald Trump anunciara que posponía la tan esperada reunión con Vladímir Putin en la ciudad de Budapest, un encuentro que había generado expectativas diplomáticas sobre un posible giro negociador en el conflicto con Ucrania. Según analistas, la suspensión del cara a cara podría haber sido interpretada por Moscú como una señal de debilidad o de incertidumbre diplomática, lo que ha podido incentivar la escalada del bombardeo.

El episodio arroja luz sobre una triple crisis: militar, diplomática y humanitaria. Militares ucranianos califican la ofensiva como masiva, con ataques dirigidos a la red energética y a la infraestructura civil. Mientras tanto, las consecuencias sociales son cada vez más severas: decenas de miles de personas mayoritariamente mayores, con enfermedades crónicas y sin acceso a servicios, se encuentran en refugios hacinados, huyendo de zonas que han quedado reducidas a escombros. Según datos de Médicos Sin Fronteras, en la región de Dnipropetrovsk los centros de tránsito están al máximo de su capacidad, algunos albergando tres veces más personas de las que podrían.

Es también un mensaje político

El ataque sobre Kiev y Zaporiyia no solo es un golpe táctico, sino que envía un mensaje político: Rusia demuestra que mantiene la capacidad y voluntad de golpear tanto la capital como ciudades del sur con relevancia industrial y energética. El momento (tras la cancelación del encuentro TrumpPutin) subraya que cualquier vacilación diplomática puede ser capitalizada sobre el terreno. Por su parte, en Ucrania la población está pagando el precio más alto: abandonar sus viviendas, renunciar a su rutina, enfrentarse al invierno sin servicios básicos y vivir en constante alerta.

La comunidad internacional observa con creciente preocupación cómo, mientras se multiplican los llamamientos a frenar la guerra, los misiles siguen surcando el cielo ucraniano. La crisis humanitaria se agrava. La destrucción de hogares y ciudades se traduce en desplazados internos que serán muchos más antes de que el conflicto encuentre salida. En este contexto, la combinación de ataque militar, vacío diplomático y sufrimiento civil encapsula la complejidad y brutalidad del escenario actual en Ucrania.

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