Vaticano
La Guardia Suiza que estará presente en las ceremonias de despedida del Papa: jóvenes mercenarios que le protegen con su vida
Con el mismo uniforme de la época renacentista, la Guardia Suiza lleva cinco siglos protegiendo al sucesor de Pedro. Tras un entrenamiento que pocos aguantan, se comprometen a velar por la seguridad del pontífice con su vida

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La Guardia Suiza son los jóvenes mercenarios encargados de velar por la seguridad del Papa. Estos tres días los verán a los lados del ataúd de Francisco, siempre firmes ataviados con sus llamativos uniformes de rayas azules, rojas y amarillas. Llevan este atuendo desde sus orígenes, en 1506. En ese año, el Papa Julio II, solicitó protección al entonces confederado Estado Suizo. ¿Por qué a Suiza? Por la reputación histórica de la población, por su lealtad, valentía y disciplina.
¿Cuáles son los requisitos para pertenecer a la Guardia Suiza? Ser varón, suizo, célibe, tener entre 19 y 30 años, medir más de 1,74 metros, contar un formación militar previa, un título de enseñanza secundaria, no contar con antecedentes penales, y por supuesto ser católico practicante. Una vez seleccionados, deben de pasar un test de salud física y mental antes de comenzar un estricto entrenamiento militar en Suiza. Una vez terminado, viajan a Roma para complementar un servicio de honor, psicología, derecho, defensa personal y uso de armas.
Muy difícil entrar en sus filas
No es fácil encontrar jóvenes con estas características que quieran formar parte del ejército privado del Vaticano. Por eso, deben de comprometerse a estar mínimo 24 meses, y cada año se reclutan a unos30 o 40 jóvenes. El Papa Francisco era consciente de esta dificultad, por eso cambió las reglas. Permitió que los mayores de 25 años, que llevaran tres en el cuerpo, pudieran casarse si se comprometían a estar tres años más.
La principal función de la Guardia Suiza es encargarse de la seguridad del Papa durante las 24 horas del día. Lo acompañan en el propio Vaticano controlando todos los accesos, también le acompañan a sus desplazamientos y en esta situación, una vez fallecido el pontífice, son responsables de proteger al Colegio Cardenalicio durante la sede vacante. Todo ello por 1.500 euros al mes.
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