Crisis en Ucrania

Europa se prepara para acoger a más de un millón de refugiados ucranianos

Es imposible pensar que la potencial guerra en Ucrania no nos afectará a los europeos. Un corte del gas ruso o la llegada de refugiados son dos de los campos en los que se trabaja desde hace semanas para afrontarlo de la mejor manera posible. Se están buscando más proveedores mundiales de energía y en las fronteras ya se examinan zonas para poder acoger a los desplazados. Son las consecuencias de vivir un conflicto bélico en el patio trasero de tu casa.

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La Unión Europea no entrará en combate. Ni un solo soldado europeo pisará suelo ucraniano, pero eso no significa que no vayamos a sufrir los zarpazos de la posible guerra en primera persona. Por eso, los equipos de varios comisarios de la UE están preparando el terreno ante la onda expansiva de un choque frontal entre los ejércitos de Rusia y Ucrania.

Bruselas tiene identificados dos campos clave: la alta dependencia que tenemos del gas que viene desde Moscú y la posible ola de refugiados que quieran salir de Ucrania huyendo de las balas.

Europa busca alternativas al suministro de gas

La presidenta de la Comisión Europa se ha implicado personalmente. Hoy recibe en su despacho del edificio Berlaymont al primer ministro de Noruega, Jonas Gahr Store, al igual que hizo con el emir de Qatar. El país nórdico es uno de los socios más importantes que tenemos, importamos desde allí el 39% del gas que se consume en la UE y ahora Bruselas busca aumentar todavía más ese flujo. Noruega ha demostrado que es un socio fiable y su gobierno ha abierto la puerta a incrementar la cooperación.

Europa sabe lo enormemente dependientes que somos del gas que viene desde Rusia, que se ha convertido desde hace años en nuestro principal importador con casi el 41% del total. El conflicto bélico puede hacer que el tránsito por los gasoductos que cruzan Ucrania se vean afectados. O simplemente que Putin reaccione a las sanciones comunitarias cerrando el grifo. Así que en la Comisión Europea nos cuentan que se están preparando para todos los escenarios posibles: desde un corte parcial del suministro, un corte algo más serio o un corte total.

La UE busca paliar la posible contracción rusa con otros proveedores mundiales, como Estados Unidos, Qatar o Azerbaiyán. El plan pasaría por aumentar la llegada de barcos metaneros que transportan gas natural licuado. Un terreno en el que España podría jugar un papel muy importante, ya que en tenemos una potente red de plantas de regasificación por todo el territorio y nuestro país podría recibir esos buques y convertirse en el punto de entrada a Europa.

Pero el problema no estaría del todo resuelto ya que los volúmenes que nosotros podemos enviar al continente no alcanzan, ni de lejos, las cifras que recibimos desde Moscú. Los analistas señalan que sería imposible compensar con barcos metaneros el suministro ruso.

La Unión Europea reconoce la vulnerabilidad. Se calcula que hasta 20 de los 27 estados miembros estarían afectados por un corte ruso. Algunas capitales de manera radical porque dependen al 100% de esos canales. La propia comisaria de Energía, Kadri Simson, defendía el intento de diversificar el mercado ya que reconocía que “no podemos tener solo un proveedor, eso es insostenible”.

La llegada de refugiados

Esta es otra de las consecuencias humanitarias que tiene toda guerra: la llegada de miles de personas que huyen de los bombardeos. Los primeros estudios en Bruselas, aunque todavía es muy difícil de calcular, apuntan a que hasta un millón de personas podrían salir de Ucrania si estalla un conflicto a gran escala. Otras fuentes aseguran que inteligencia estadounidense estima que ese número podría elevarse hasta los cinco millones si las cosas se ponen muy feas.

Cuatro países de la UE tienen frontera terrestre con Ucrania. La más larga es la de Rumanía, unos 600 kilómetros. Después Polonia, unos 535 kilómetros y después Hungría y Eslovaquia.

El ministro de Defensa rumano ha anunciado que están preparados para recibir a "más de medio millón de refugiados si finalmente hay una invasión militar". Su gobierno ha explicado que están analizando las opciones para instalar zonas donde alojar a los desplazados tanto en las grandes ciudades como alrededor de las fronteras.

Mismos preparativos que estamos viendo en Polonia. El primer ministro, Mateusz Morawiecki, ha anunciado que designará un equipo especial, coordinado desde varios ministerios, para disponer de la infraestructura y el transporte necesario ante esta eventualidad. Varsovia cree que podrían acoger a un millón de personas.

Y otro de los países afectados sería Hungría, donde el populista Viktor Orbán aseguraba esta semana que, si la guerra estalla, es posible que vivamos una ola de refugiados más grande que la que provocaron en la década de los 90 los enfrentamientos en la antigua Yugoslavia. Se da la paradoja de que el primer ministro de Hungría ha sido siempre el líder europeo que más se ha opuesto a la acogida de refugiados en el pasado.

Es imprevisible qué sucederá en las próximas semanas. Putin no da opciones a la desescalada y hasta el secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, se ha visto obligado a suspender su cita con el ministro ruso, Sergey Lavrov. La vía diplomática cada vez está más cerrada. En Bruselas reina la incertidumbre y por eso la consigna es: "hay que estar preparados para cualquier escenario".

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