Miles de gibraltareños han salido a las calles para dar la bienvenida al príncipe Eduardo de Inglaterra, hijo menor de Isabel II, y su esposa, Sophie Rhys-Jones, que han iniciado hoy una visita de tres días para celebrar con la colonia británica el 60 aniversario de la coronación de su madre.
Bajo un sol de justicia, niños, adultos y ancianos se han apostado en la plaza y la calle principal de Gibraltar ondeando con orgullo banderitas británicas para estrechar la mano y saludar a los condes de Wessex, cuya visita se ha convertido para los gibraltareños en una "fiesta" para proclamar su identidad británica.
"Es un día glorioso para nosotros, el príncipe es nuestro y estamos muy orgullosos de que venga, a quien no le guste que se aguante", decía una mujer que, como la mayoría de los gibraltareños, habla intercalando sin titubear palabras inglesas y españolas con un indudable acento andaluz.
Esta gibraltareña parecía contestar así a las quejas que el Gobierno español ha trasladado al británico porque considera esta visita "desafortunada" en el tiempo y en la forma, como dijo recientemente el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García-Margallo.
Los sucesivos gobiernos españoles han planteado quejas similares en cada una de la docena de visitas que los distintos miembros de la familia real británica han hecho a la colonia en las últimas décadas.