Roberto Brasero explica el papel que tuvo el viento en el incendio de Valencia: "Era como un fuelle"

Impresiona que un edificio de 14 plantas y dos torres pudiera arder por completo en Valencia en poco más de media hora. La estructura de la fachada y el material empleado en la misma han sido determinantes en la rápida propagación del fuego en el edificio, según las primeras impresiones de arquitectos y bomberos. Pero además en este caso hay que sumar las condiciones meteorológicas en el momento del incendio que contribuyeron a complicar la situación.

Las temperaturas de este jueves eran más altas que las propias de un mes de febrero, pero sin llegar esos 30º que forma parte de la “regla de los 30” que suele identificar los riesgos meteorológicos en los incendios: temperaturas de 30º o más; vientos superiores a los 30 km/h y una humedad relativa del aire por debajo del 30%. Según los datos de AEMET, las temperaturas registradas este jueves han sido 24,5 grados en el aeropuerto de Valencia a las 12.20 horas, y 24,3 en Valencia a las 12.30 horas. En torno a las 17:30, momento del incendio, la temperatura estaría entre 21 y 22 grados en el área metropolitana de Valencia. La temperatura puede que no fuera tan determinante pero el viento sí lo fue y por partida doble

Viento fuerte y seco

El viento jugó a favor de la propagación de las llamas por dos motivos. El primero y fundamental, su velocidad. Entre las 17.20 y las 17.40 horas de la tarde las dos estaciones meteorológicas de la AEMET más próximas al lugar del incendio (la del Aeropuerto de Manises y la del Jardín de Viveros), registraban rachas de viento de entre 50 y 60 km/h. A partir de los 40 km/h ya se considera una racha fuerte de viento y a partir de los 70 km/h pasaría a considerarse viento muy fuerte. A la hora del incendio teníamos por lo tanto rachas de viento fuerte en la zona y, como se apreciaba en las imágenes de las palmeras y otros árboles cercanos al edificio siniestrado, era también un viento constante. Pero no solo fue la intensidad del viento, en este caso también jugó en contra su dirección.

Eran vientos de poniente los que soplaban ayer, como en otros días de este mes de febrero. Son vientos que llegan desde el oeste de la Península y el aire va perdiendo la humedad al atravesar la meseta de modo que cuando llegan al Mediterráneo, llegan secos. La humedad relativa del aire en la estaciones de AEMET en Valencia era del 26 %, una humedad muy baja, un aire muy seco. Si el viento hubiera sido fuerte, pero de levante, tendríamos una masa de aire más húmeda, por la componente marítima , y esa humeada podría haber colaborado algo en la extinción. Pero sin duda lo fundamental fue la fuerza del viento… combinada con la estructura de la fachada.

Fachada ventilada y efecto chimenea

Esa intensidad del viento pudo combinarse de manera fatal con la estructura de la fachada que mencionábamos. Según lo que han contado ingenieros y arquitectos, una fachada ventilada consiste en unas placas tipo sándwich que no se pegan a la fachada directamente sino que van un poco separadas, montadas sobre perfile metálicos que se atornillan a la pared, y por lo tanto dejan entre medias un espacio libre por donde corre el aire. Y en este caso, corrió el fuego, impulsado por el fuerte viento. Para entendernos, ese espacio entre la pared del edificio y las placas de revestimiento funcionó como una chimenea y el viento fuerte en el momento del incendio actuó como una especie de fuelle.

Y luego está el tema del material que va dentro de las placas y que, como ha explicado Esther Puchades, vicepresidenta del Colegio de Ingenieros Técnicos industriales de Valencia, podían ser de poliuretano (como declaró ayer a varios medios) o polietileno (como esta mañana le decía en una entrevista a Carlos Alsina). En cualquier caso materiales que pueden arder rápido y propagar rápidamente el fuego. Una combinación fatal.

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