Temperaturas
El impacto de las altas temperaturas en la salud pública: "La mortalidad atribuible a las olas de calor por agravamiento de otras patologías es mucho mayor"
Las temperaturas por encima de los 40 °C vuelven a poner a prueba los sistemas de alerta sanitaria.

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España atraviesa estos días una nueva ola de calor extrema, aunque lo peor está previsto que llegue el próximo fin de semana, con registros superiores a los 40 °C en varias regiones. La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) mantiene activas las alertas por temperaturas extremas que, según las previsiones, podrían mantenerse durante varios días. La situación, que ha captado la atención de medios internacionales, plantea una seria preocupación para la salud pública, especialmente para los colectivos más vulnerables como personas mayores, enfermos crónicos, trabajadores expuestos al sol o personas sin acceso a una climatización adecuada.
El impacto del calor extremo también dejará una huella creciente en el mundo laboral. Según datos del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST), durante los episodios de altas temperaturas se registra un aumento del 17,4% en los accidentes laborales, especialmente entre trabajadores expuestos al sol, en el sector agrícola, la construcción o el transporte. Las condiciones extremas no solo elevan el riesgo de golpes de calor y desvanecimientos, sino que afectan la concentración y el rendimiento, incrementando la probabilidad de incidentes en el entorno de trabajo.
A medida que las olas de calor son más prolongadas y frecuentes, algunas empresas ya reportan un incremento de las bajas laborales vinculadas al estrés térmico. Las autoridades laborales han intensificado las recomendaciones a los empleadores para adaptar horarios, habilitar zonas de sombra, asegurar la correcta hidratación de los empleados y suspender las tareas de riesgo durante las horas de máxima insolación. En paralelo, el INSST ha lanzado campañas informativas dirigidas tanto a empresas como a trabajadores autónomos, conscientes de que la prevención es la herramienta más eficaz frente a un fenómeno que, según los expertos, irá ganando protagonismo en los próximos veranos.
Para dimensionar el impacto sanitario de las olas de calor, el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), dependiente del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, dispone de dos herramientas clave desarrolladas desde el Centro Nacional de Epidemiología: el sistema MoMo (Monitorización de la Mortalidad Diaria) y el Índice Kairós.
Cómo funciona el sistema MoMo
MoMo es un sistema estadístico diseñado para estimar el exceso de mortalidad diaria atribuible a fenómenos como el calor extremo. Aunque a menudo se malinterpreta como un recuento directo de fallecimientos, en realidad ofrece una estimación basada en modelos matemáticos que combinan varias fuentes de datos:
- Las defunciones diarias registradas en los últimos diez años (exceptuando 2020 por la distorsión de la pandemia de COVID-19), recopiladas por el Instituto Nacional de Estadística (INE) y el Ministerio de Justicia.
- Las temperaturas provinciales facilitadas por la AEMET.
- La población desglosada por sexo, edad y territorio (datos del INE).
Con esta información, MoMo genera estimaciones de exceso de mortalidad por altas temperaturas desglosadas por comunidades autónomas, provincias, sexo y grupos de edad. Gracias a su base histórica, permite comparar el impacto de las olas de calor actuales con las registradas en años anteriores
El complemento del Índice Kairós
Por su parte, el Índice Kairós funciona como un sistema de alerta anticipada. Calcula la probabilidad de que en los próximos cinco días se produzca un aumento significativo (igual o superior al 10%) de la mortalidad atribuible al calor. Clasifica el riesgo en tres niveles: bajo (nivel 1), moderado (nivel 2) y elevado (nivel 3). Estos avisos ayudan a las autoridades sanitarias a anticipar medidas preventivas antes de que se produzcan los picos de mortalidad.
Ambas herramientas están integradas dentro del Observatorio de Salud y Cambio Climático (OSCC), impulsado por los ministerios de Ciencia, Sanidad y Transición Ecológica, y forman parte del Plan Nacional de Actuaciones Preventivas de los Efectos del Exceso de Temperaturas sobre la Salud, que se activa cada verano.
El análisis de los últimos años confirma que las olas de calor están teniendo un impacto creciente sobre la mortalidad en España. Según el informe anual de MoMo sobre el verano de 2023, se registró el tercer mayor exceso de mortalidad por altas temperaturas desde el año 2000. Entre el 16 de mayo y el 30 de septiembre de 2023 se estimaron 3.009 muertes adicionales atribuibles al calor, de las cuales un 66% se concentraron en agosto y más del 90% afectaron a personas mayores de 74 años.
Aunque el verano de 2024 comenzó con temperaturas más suaves, el inicio de julio muestra una tendencia preocupante. Las investigadoras del Centro Nacional de Epidemiología, Diana Gómez-Barroso e Inmaculada Leon-Gómez, responsables de los sistemas MoMo y Kairós, advierten: "Aunque MoMo y Kairós no permiten establecer causalidad directa, son esenciales como sistemas de vigilancia en tiempo real y alerta temprana para la acción en salud pública".
El calor extremo no solo afecta a los más mayores. El Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) ha alertado de que los accidentes laborales aumentan un 17,4% durante las olas de calor, especialmente en trabajos al aire libre o sin climatización adecuada. Según el INSST, aproximadamente 1.300 personas mueren cada año en España por causas atribuibles al calor, lo que equivale a tres muertes diarias durante los episodios más intensos.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) advierte de que más de 2.400 millones de personas en el mundo están expuestas al calor extremo en su ámbito laboral. De mantenerse la tendencia, estima que en la década de 2060 las olas de calor podrían provocar pérdidas económicas de más del 1% del PIB europeo, lo que para España significaría un impacto de alrededor de 227.000 millones de dólares anuales.
La opinión de los expertos
"La mortalidad atribuible a las olas de calor por agravamiento de otras patologías es mucho más relevante que la provocada directamente por un golpe de calor: apenas el 2 % de las muertes se debe directamente a este motivo", explica Julio Díaz Jiménez, Científico Titular en la Escuela Nacional de Sanidad.
Díaz Jiménez señala que no hay una cifra única a partir de la cual una temperatura se considere peligrosa: "Determinadas zonas como A Coruña o Pontevedra, donde las temperaturas umbrales de definición de olas de calor , es decir, la temperatura a partir de la cual el calor tiene impacto en la salud, está muy por debajo de esos 40°, 40° sería una temperatura altísima. Sin embargo, en otros puntos como en Córdoba, estas temperaturas estarían en el límite de ola de calor con impacto en salud”.
"Hay oscilaciones entre los 26° en Coruña o 40° en Córdoba o Sevilla de impacto. Depende mucho de la temperatura a la que tú estás", señala.
"El Ministerio de Sanidad activa todos los veranos un plan de alerta que se llama MeteoSalud, donde se indican cuáles son las temperaturas, no ya a nivel provincial, sino a nivel de cada región climática, a partir de las cuales aumenta la mortalidad de forma estadísticamente significativa", recuerda.
Además, recomienda: "No estar expuesto en las horas principales de más calor del día, no hacer actividades físicas importantes, estar hidratado —sobre todo las personas mayores— y, por encima de todo, usar el sentido común: no salir a la calle con 40° si se tiene, por ejemplo, una enfermedad neurodegenerativa", subraya Díaz Jiménez.
Por ello, las autoridades están trabajando en campañas de sensibilización. El INSST ha lanzado un nuevo portal informativo con materiales para concienciar a empresas y trabajadores sobre los riesgos del calor extremo, la radiación solar y la proliferación de enfermedades transmitidas por vectores como mosquitos y garrapatas.
Las olas de calor prolongadas y cada vez más frecuentes se han convertido en uno de los efectos más tangibles del cambio climático en el sur de Europa. España, por su ubicación geográfica, figura entre los países más expuestos a estos episodios. Los datos que cada día ofrecen sistemas como MoMo y Kairós no solo permiten dimensionar el problema, sino también afinar las políticas de prevención y adaptación.
Ante escenarios de temperaturas extremas, los expertos insisten en la importancia de medidas sencillas pero eficaces: mantenerse bien hidratado, evitar la exposición al sol en las horas centrales del día, proteger especialmente a los colectivos vulnerables y seguir las recomendaciones de los servicios de salud pública. Mientras tanto, la ciencia y los sistemas de vigilancia trabajan en tiempo real para ofrecer a las autoridades datos precisos que permitan minimizar los efectos de este enemigo silencioso que cada verano cobra más protagonismo: el calor extremo.
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