El Pirineo Aragonés: un paraíso vibrante en verano

Cuando pensamos en el Pirineo Aragonés, es fácil que nos vengan a la cabeza imágenes de nieve, esquí e invierno. Pero cuando el frío se va, el Pirineo sigue ahí. Cambia. Respira distinto. Es un momento especial en un entorno que aún muchos no conocen del todo. María Garamendia, directora de Comunicación del Grupo Aramón, reconoce que "la gente no espera encontrar lo que tenemos aquí, algo único en verano".

Y es que, si algo define al Pirineo Aragonés, es la autenticidad de su montaña, de sus cascadas y de unos paisajes espectaculares que hay que visitar para descubrir. Por eso, el turismo no cesa en esta época, igual que el trabajo de quienes viven de él. “Somos gente de la tierra, personas que hemos montado con sacrificio un hotel y somos quienes acogemos a los turistas y les decimos a dónde ir en cada estación”, explica José María Ciria, director del Hotel Ciria. Conectar con los visitantes para que ellos conecten con el entorno y vivan experiencias auténticas es parte de su labor.

El objetivo es claro: desestacionalizar y promover el verano en todos los valles. Son dos meses llenos de actividades con las que se aprende a amar la montaña como lo hacen los locales: rafting, piraguas, visitas guiadas... "El feedback que recibimos es muy positivo. La gente que nos visita siempre quiere repetir", afirma Garamendia.

Porque no buscan solo lugares, sino vivencias. Y eso, la montaña y el deporte lo ofrecen. El verano no es solo playa, y cada vez se nota más: el turismo rural creció en agosto del año pasado un 60%.

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