La vida de Wally Green es una vída de película. Criado en un barrio conflictivo de Brooklyn, Wally vivió una dura infancia, conviviendo con los abusos de su padrastro y un día a dia muy problemático.
"El ping pong me salvó la vida. Yo venía de una vida de bandas, drogas y armas con 13 años", reconoce Wally.
Y es que el tenis de mesa se convirtió en su particular salvavidas, en una forma de evadirse y escapar de ese infierno. Llegó a convertirse en jugador profesional y puede presumir de ser el único jugador de ping pong estadounidense que ha jugado un torneo en Corea del Norte.
"Cuando pierden no se pueden creer haberlo hecho contra un móvil"
Ahora, utiliza el ping pong como herramienta para unir a la gente. Su objetivo es animar a la gente a jugar al ping pong.
"Es un deporte fácil de jugar pero difícil de dominar", confiesa Wally.
Y ahora para acercar el ping pong a la gente ha tenido una idea: un bar, una mesa de ping pong en la pista de baile y una partida. Wally siempre con un teléfono móvil como pala.
"Cuando pierden no se pueden creer haberlo hecho contra un móvil", admite Wally.
Aunque su objetivo no es ganar partidos, es acercar el ping pong a la gente.
"Utilizo el deporte para pormover la paz y la unidad entre las personas", explica Wally.