La escalada enseña en Tanzania a superar obstáculos vitales

Este proyecto integrado por escaladores españoles quiere demostrar que la escalada no solo permite acceder a casi cualquier lugar del mundo. También, a veces, logra cambiar vidas. "No sólo queríamos llegar y que consuman escalada. Queríamos contribuir a algo más", asegura Andrea Cartas, una de las jefas del proyecto y escaladora de la Federación Madrileña.

60 niños que lograron huir del horror

En la ciudad de Musoma se encuentra el orfanato Jipe Moyo. Allí conviven 60 niños después de haber padecido un auténtico calvario, en muchos casos de sus propios familiares: "Todos los que están aquí han sufrido episodios de violencia por parte de su padre, su madre e incluso de sus hermanos", cuenta Rafael Mwawa, uno de los trabajadores del orfanato. El grupo de voluntarios es experto en escalada y lo primero que hicieron fue montar en el orfanato un rocódromo. "Les enseñamos a planificar sesiones de escalada en el muro, para que puedan seguir mejorando, pero también para que ellos mismos puedan enseñar a otros cómo iniciarse en este deporte de manera segura. Les enseñamos además como mantenerse en forma con tablas amenas de ejercicios funcionales y sobre todo dirigidos a las chicas para motivarlas a llevar una vida activa y sana", asegura.

Musoma, un paraíso para la escalada

La sorpresa para el grupo de voluntarios españoles llegó cuando comenzaron a explorar la sabana de Tanzania: "Lo más increíble es que el lugar está rodeado de infinitos bloques de piedra granítica con un potencial enorme para convertirse en un lugar de peregrinación de escaladores de todas partes. Estos niños y niñas han descubierto este nuevo mundo que les ha traído una motivación nueva y arrolladora felicidad que les hace acostarse soñando con rocas y levantarse con una nueva ilusión. Además, tiene potencial para que ellos mismo puedan desarrollar un turismo sostenible y respetuoso con el entorno mágico que tienen."

Con toda la vida por delante

En pocos días la escalada ha conseguido convertirse en una pieza clave del aprendizaje vital de estos menores, que ya se permiten soñar a lo grande. Unos confiesan que quieren ser médicos, otros profesores. Gracias a la escalada y a cada centímetro que suben por la piedra, les ayuda a comprender que no hay obstáculo que no sean capaces de superar.

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