Fue visto y no visto. A la salida de la suerte suprema el pitón derecho del primer toro de la tarde buscó, y encontró, el rostro de Miguel Abellán. Unos instantes terribles en los que lo peor era no saber el alcance real de la cogida.
El torero nos recibe en la clínica donde se recupera aunque los médicos le han prohibido terminantemente hablar. Tiene 36 delicados puntos de sutura en el interior de la boca, algunos dientes rotos muchísimas ganas de dar las gracias al cirujano que le operó en la enfermería de las Ventas durante dos horas.
El padre del matador califica de milagro la reconstrucción que el Doctor Padrós hizo con la cara de su hijo y le califica de "un dios para los toreros". Veinticinco cornadas lleva ya en su cuerpo este joven diestro, pero las ganas de hacer el paseillo son a veces más fuertes que el sentido común. Su próxima cita es este fin de semana, Abellán quiere torear, aunque difícilmente los medicos le darán el alta. En 15 días le espera Sevilla, y ahí sí que será muy difícil que alguien le impida vestirse nuevamente de luces.