Una artista de la manga pastelera ha convertido las paredes deprimidas de un edificio, en deliciosas obras de arte callejero. El graffiti del glaseado se ha puesto de moda.
Shelley Miller reside en Montreal y crea ingeniosos murales e instalaciones improvisadas, con el colorido y la confección esponjosa del azucar. Shelley toma como inspiración los diseños caligráficos.
Miller crea algunas obras para galerías de manera permanente. Muchas son eregidas temporalmente para estar expuestas en la calle, dispuestas para su deterioro paulatino.