Ciencias del Mar

Salvador, el pulpo con un tentáculo doble que sorprende a la ciencia

El CSIC lo documenta por primera vez en libertad. El hallazgo, observado en aguas de Ibiza, revela cómo los pulpos salvajes pueden adaptarse y regenerarse tras lesiones graves. El estudio abre nuevas vías en neurociencia, conservación marina y bioingeniería.

Salvador, el pulpo que sorprende a la ciencia

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Un equipo científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha documentado por primera vez en el medio natural a un pulpo con un brazo bifurcado completamente funcional. La observación, realizada en aguas costeras de Ibiza, constituye un hito en el estudio de la biología de estos fascinantes animales.

El descubrimiento, publicado en la revista Animals, es fruto de cinco meses de seguimiento a un ejemplar de Octopus vulgaris, realizado por investigadores del Instituto de Investigaciones Marinas (IIM-CSIC, Vigo) y del Centro Oceanográfico de Baleares (COB-IEO-CSIC), dentro del proyecto ECOSUMA.

Aunque ya se conocían casos de brazos anómalos en pulpos, esta es la primera vez que se documenta, en su entorno natural, un brazo dividido en dos ramas que se utiliza de manera activa y diferenciada. El ejemplar observado era un macho que había sobrevivido a una agresión, perdiendo varias extremidades. Durante el proceso de regeneración, uno de sus tentáculos se bifurcó, dando lugar a dos nuevos apéndices.

Sorprendentemente, ambos brazos se desarrollaron con el tiempo y fueron usados de forma distinta: uno más orientado a la alimentación, y el otro a la exploración del entorno.

El estudio destaca la capacidad del pulpo para reorganizar el uso de sus brazos y adaptarse a su nueva anatomía. “Los pulpos tienen un sistema nervioso distribuido y brazos increíblemente flexibles, lo que les permite interactuar con el entorno de formas únicas”, explican los autores. A lo largo del seguimiento, se observó cómo el uso de los brazos bifurcados cambió: al principio se empleaban para tareas cercanas al cuerpo, pero con el tiempo participaron en acciones más complejas, como la búsqueda de alimento.

Esta observación sugiere un proceso de adaptación y aprendizaje que podría tener implicaciones para la neurociencia. La hipótesis de los investigadores es que los pulpos podrían tener una especie de “memoria del dolor” o aprendizaje por experiencia, evitando utilizar los brazos dañados en situaciones de riesgo.

Más allá del fenómeno biológico, el estudio abre nuevas vías para la investigación en campos como la robótica, la medicina regenerativa y la conservación marina. El comportamiento observado en este pulpo plantea preguntas fundamentales sobre cómo su sistema nervioso se adapta a extremidades regeneradas o alteradas.

¿Se regeneran también las neuronas perdidas con el brazo? ¿Cómo distribuye el cuerpo las conexiones nerviosas cuando aparece un brazo adicional? ¿Pueden estos animales aprender de cero a usar una nueva extremidad?

Comprender cómo lo hacen podría inspirar desarrollos en prótesis humanas más avanzadas, capaces de integrarse con el sistema nervioso, o robots con una motricidad más parecida a la de los seres vivos.

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