Y es que junto a Suarez Gil y su mujer también estaban una amiga de esta, que fue quien avisó a la policía y un sobrino de él, ahora imputado por omisión del deber de socorro. De hecho, según declaró Navarrete, su marido dijo que quería que hubiera testigos para que nadie creyera que era un crimen pasional. Todo ocurrió en un chalé de una exclusiva urbanización de Las Palmas de Gran Canaria cuando la abogada fue a recoger sus cosas, pues ambos estaban en proceso de separación. Al llegar la policía tuvieron que forcejear con el empresario para quitarle la pistola. En la vivienda intervinieron un importante número de armas.