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ADELGAZAMIENTO

Por qué perdemos peso en primavera y verano aunque no hagamos dieta

Nuestro peso baja a medida que se acerca el buen tiempo, independientemente de que hagamos la llamada "operación bikini" o no.

Jóvenes saltando en la playa.

Jóvenes saltando en la playa.Pexels

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Existen varios motivos por los que nuestro cuerpo comienza a desprenderse de peso cuando se acerca el verano, sin necesidad de ponernos a dieta ni modificar nuestra rutina deportiva.

Del mismo modo, ese volumen regresa a nosotros de forma natural con la llegada del frío.

Adelgazamiento de forma natural, por supervivencia

Nuestro cuerpo está biológicamente diseñado para la supervivencia. En la actualidad, la mayoría de nosotros tenemos a nuestro alcance un techo bajo el que dormir, comida suficiente y ropa acorde a cada momento del año. Esto no ha sido siempre así y nuestro organismo continúa adaptándose a las diferentes estaciones.

Durante el invierno, necesitamos más reservas para soportar el frío y, según se acerca la primavera, esas reservas tienden a perderse para que el cuerpo esté mejor aclimatado al calor. Si nos remontamos a nuestros antepasados más ancestrales, podemos visualizar muy claramente esa necesidad.

Por ello, si tu objetivo es aumentar volumen muscular, la mejor época para comenzar a trabajar es a partir de octubre. Si tu objetivo es reducir grasa, notarás una mayor evolución a partir de mayo.

Cambios imperceptibles en la alimentación

Aunque no seamos conscientes, el frío invita a nuestro cuerpo a ingerir más alimentos. Sobre todo comidas calientes de cuchara, que suelen conllevar una mayor ingesta calórica.

Pero esto no es negativo: es adecuado satisfacer las necesidades que tenemos para cada época del año. De hecho, el consumo de legumbres es un hábito saludable en cualquier época.

En cambio, la llegada del buen tiempo favorece el consumo de alimentos fríos y ligeros: frutas y verduras como el melón, la sandía, las ensaladas y el gazpacho, que suelen suponer una ingesta calórica muy inferior.

Cambios imperceptibles en nuestra actividad física

Ya os he hablado en anteriores ocasiones de la importancia del NEAT: el consumo de calorías que conseguimos con todas aquellas actividades que no son entrenar como, por ejemplo, andar, subir escaleras, hacer la compra, limpiar, etc.

En el invierno, este consumo se ve reducido por el tiempo que pasamos en casa. El frío, la lluvia y la puesta de sol temprana no animan demasiado a salir. Nos toca hacer un esfuerzo mayor para cumplir con esos hábitos semanales que con el buen tiempo es sencillo cumplir.

Párate a pensar en tus hábitos a lo largo del año y comprobarás que ahora, con el buen tiempo, caminas más y pasas más tiempo fuera de casa practicando diferentes actividades.

Además, en esta época tenemos a realizar de manera intuitiva más ejercicio físico. Pasear por la playa, nadar, ir en bicicleta, hacer rutas... Nos ayudan a mantener un estilo de vida mucho más saludable y a quemar más calorías.

La jornada intensiva ayuda a cambiar rutinas

Las largas jornadas laborales del invierno nos obligan a pasar un mayor número de horas sentados. Esto supone salir más tarde, picotear más y reducir la actividad física. Estar activos requiere en esta época mucha más fuerza de voluntad.

En cambio, con el verano muchas empresas aplican la jornada intensiva, lo que favorece evidentemente que dediquemos más tiempo a movernos. Todo incremento del tiempo libre es siempre un aliado de la salud.

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