BIEN CALENTITAS
Tres sopas reconfortantes y muy rápidas de hacer ideales en los meses de frío
Si tú y tu familia estáis cansados de la típica sopa de fideos, aquí tienes otras alternativas de platos de cuchara para preparar en un momento y cargarte de nutrientes. Lo mejor de todo es que son fáciles y muy rápidas de preparar.

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Llega el frío, y de repente te descubres mirando el cajón de los calcetines gordos, buscando la manta del sofá y pensando en algo calentito que abrace el alma. No, no es una metáfora emocional: es una necesidad térmica y biológica real. Cuando bajan las temperaturas, nuestro cuerpo necesita más energía para mantener el calor, y los alimentos calientes, como las sopas o las cremas, no solo ayudan a subir la temperatura corporal, también dan placer sensorial y calma.
Pero no hace falta pasarte la tarde removiendo un caldo ancestral durante horas ni cultivar tus propias bacterias en tarros de cristal. Aquí van tres sopas y una crema con base científica y alimentos reales, incluidos procesados buenos, de esos que merecen aplauso y no juicio.

Sopa de verduras con caldo en brick y verduras congeladas
Los caldos comerciales (los buenos, claro, esos con ingredientes reconocibles) son un ejemplo de procesado inteligente: se esterilizan para evitar microorganismos y conservar nutrientes. Así te ahorras tiempo y posibles gastroenteritis sin renunciar a sabor.
Añade un puñado de verduras congeladas, otro procesado que tiene muy mala fama y muy buena ciencia detrás. Congelar justo después de la cosecha permite mantener los niveles de vitaminas y antioxidantes casi intactos.
Remata con un chorrito de aceite de oliva virgen extra al final para mejorar la absorción de carotenoides. Ciencia, sabor y comodidad, todo en la misma olla.
Sopa de miso con tofu y fideos integrales
Esa sopa japonesa que te transporta al zen sin moverte del microondas. El miso es una pasta fermentada de soja que alberga bacterias beneficiosas (Lactobacillus, Aspergillus oryzae...) y genera umami, ese sabor profundo que hace que todo parezca más sabroso con menos sal.

Usa tofu envasado al vacío (proteína vegetal procesada, pero saludable) y fideos integrales precocidos, que no son pecado ni signo del apocalipsis nutricional.
Truco científico: no hiervas el miso; añádelo al final, cuando el agua ya no esté ardiendo, para mantener vivas las bacterias probióticas y vas a tener in love a tu microbiota.
Sopa de tomate con legumbres y toque de especias
El tomate no solo aporta sabor y color, también licopeno, un antioxidante que se absorbe mejor cuando se calienta. Así que sí: una sopa de tomate de brick o conserva puede ser incluso más interesante nutricionalmente que el tomate fresco.
Dale potencia añadiendo legumbres cocidas de bote (otra joya procesada: seguras, prácticas y con la misma fibra, proteínas, minerales que las caseras). Un toque de pimentón o cúrcuma completa la fiesta química con compuestos antioxidantes.
Resultado: una sopa saciante, rica en proteína vegetal y lista en menos de diez minutos. Eso también es cocina de verdad.
Crema de calabaza con curry y leche evaporada
La estrella del otoño, cremosa, dorada y con olor a hogar. La leche evaporada es un procesado simple: leche a la que se le quita parte del agua, concentrando sabor y proteínas. Nada que temer, mucho que disfrutar.

La calabaza, rica en betacarotenos (precursor de la vitamina A), es un clásico para reforzar mucosas y defensas en temporada de virus.
Y si un día vas con prisa, el puré de calabaza en conserva es un aliado perfecto: se conserva sin aditivos, mantiene sus nutrientes y te ahorra mucho tiempo de horno.
Un poco de curry en polvo (cúrcuma, jengibre, comino) le da el toque antioxidante y aromático final.
Por qué hay que comer sopas y cremas en otoño e invierno
Las sopas y cremas no son solo comida reconfortante: son un pequeño laboratorio de nutrición aplicada.
Usar procesados seguros y bien diseñados (caldos, conservas, congelados, legumbres de bote) no es hacer trampas. Es usar la tecnología alimentaria a tu favor.
Así que cuando te apetezca algo caliente este invierno, no te tortures por no hacerlo todo desde cero, para ayudarnos está el imperio del bien de la industria alimentaria. Tu sopa puede venir del brick, del bote o del congelador, y seguir siendo científicamente deliciosa.
Y si alguien te mira raro mientras disfrutas tu caldo con verduras congeladas… Sonríe, sopla la cuchara y dile: "naturalmente buenísimo".
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