Cremas solares

Cremas solares: ¿las estamos usando bien?

Sol y paseo junto al mar. Para muchos la playa es la combinación perfecta para disfrutar al aire libre pero hoy este envidiable escenario nos sirve también para detallar cómo debemos protegernos de los rayos ultravioleta. La incidencia del cáncer de piel aumenta en España a un ritmo de un 10% cada año debido, en parte, a un abuso de la exposición solar. Toca hoy, por tanto, verificar los mejores consejos para cuidar nuestra piel y, atención, nuestros ojos.

Una mujer aplicándose crema solar

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En un entorno como el de nuestro litoral, donde los días despejados invitan a largas jornadas de playa, la concienciación sobre los efectos del sol es clave. “La radiación ultravioleta (UV) es acumulativa y silenciosa: el daño que produce en nuestra piel y nuestros ojos no siempre se nota al instante, pero puede tener consecuencias graves a largo plazo”, advierte la farmacéutica Paula Lijó. La exposición desprotegida es uno de los principales factores de riesgo para el melanoma y otros tipos de cáncer de piel.

Los expertos coinciden: la prevención empieza antes de pisar la arena. Escoger un buen fotoprotector, aplicarlo con antelación suficiente y en la cantidad adecuada son gestos clave que marcan la diferencia. “Una cucharada para cara y cuello, y unas seis para el cuerpo completo de un adulto. Menos cantidad reduce drásticamente la efectividad del producto”, subraya Lijó.

Errores que se repiten cada verano

Uno de los fallos más comunes es aplicar el protector solo una vez al día. “Debe renovarse cada dos horas y siempre tras el baño o si se ha sudado. Si no lo hacemos, dejamos la piel expuesta, aunque creamos estar protegidos”, señala la divulgadora científica. Además, recomienda evitar las cremas antiguas: “Los fotoprotectores tienen caducidad y pierden eficacia con el tiempo. Conviene revisarlos antes de reutilizarlos cada temporada”.

También importa cuándo se aplica. “No vale esperar a estar ya en la toalla. Lo ideal es ponerlo 30 minutos antes de la exposición para que la piel lo absorba correctamente”, añade.

¿Cuál es el protector solar adecuado para mí?

La elección del fotoprotector debe adaptarse al tipo de piel y a las circunstancias. “Para pieles claras o personas con antecedentes de cáncer de piel, lo recomendable es un SPF 50+. Para otros casos, como mínimo un SPF 30”, explica Lijó.. En niños y pieles sensibles, es preferible utilizar filtros físicos o minerales, menos irritantes.

Además, debe verificarse que el producto proteja frente a rayos UVB y UVA. “Ambos tipos de radiación dañan la piel, aunque de forma distinta. El UVB quema; el UVA envejece y penetra más profundo. Un protector completo debe cubrir ambos frentes”.

Más allá de la crema: gafas, ropa y sombra

“El fotoprotector es imprescindible, pero no suficiente”, insiste la farmacéutica. La exposición segura implica una estrategia más amplia: gafas de sol homologadas, ropa de tejidos densos y sombreros de ala ancha ayudan a minimizar los efectos del sol, especialmente en las horas centrales del día.

Buscar sombra no es un signo de debilidad, sino una medida inteligente. “Entre las 11:00 y las 17:00 horas, la radiación UV alcanza sus máximos. Durante ese tiempo es mejor refugiarse bajo una sombrilla o en una zona arbolada”, indica Lijó.

Grupos vulnerables: niños, mayores y personas medicadas

Hay colectivos que requieren una atención especial. “Los niños menores de tres años no deberían exponerse al sol directo. Y en edades mayores, la piel es más fina y pierde parte de su capacidad protectora natural”, recuerda. También hay que vigilar a quienes están tomando medicamentos fotosensibilizantes: “Algunos antibióticos, antiinflamatorios y tratamientos para el acné pueden multiplicar el daño solar”.

El mensaje es claro: el cuidado debe personalizarse según la edad, la salud y el contexto. “La prevención no es solo aplicar una crema, sino conocer nuestros riesgos y actuar en consecuencia”, resume la experta.

Hidratación, el aliado olvidado

El calor y la brisa pueden deshidratar sin que apenas lo notemos. “Beber agua con frecuencia es tan importante como protegerse por fuera. La piel necesita estar hidratada para cumplir su función de barrera”, explica Paula Lijó. También recomienda cremas hidratantes tras la exposición para regenerar la piel.

El buen tiempo invita a disfrutar del aire libre, pero siempre con responsabilidad. Así que busquemos la combinación ganadora. Es mejor no exponernos al sol entre las 11:00 y las 17:00, las horas de mayor incidencia de los rayos ultravioleta. Imprescindible alternar con descansos a la sombra y siempre con la ingesta de líquidos para evitar la deshidratación. Medidas preventivas que están de nuestra mano y que nos permitirán una relación beneficiosa con el sol, fuente de la vitamina D necesaria para absorber el calcio que fortalece nuestros huesos.

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