Cataluña
Los alimentos saludables siguen sin llegar a las máquinas de 'vending' de los hospitales
Las máquinas expendedoras de los centros sanitarios siguen dominadas por ultraprocesados a pesar de la instrucción que exige la presencia de productos saludables.

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En febrero de 2023, el Institut Català de la Salut (ICS) emitió una instrucción para que los hospitales y otros centros sanitarios ofrecieran al menos un 75 % de productos saludables en sus máquinas de vending, con el objetivo de promover una dieta más equilibrada y una alimentación sostenible entre pacientes, familiares y personal.
Sin embargo, más de dos años después, esa exigencia apenas se ha materializado. Una inspección reciente en varios hospitales revela que la mayoría de los dispensadores siguen repletos de snacks ultraprocesados: patatas fritas, galletas, barritas de chocolate, pastelitos industriales y otros productos poco saludables dominan la oferta en centros en los que, precisamente, la salud debería ser prioridad absoluta.
Con las bebidas la situación es parecida
En cuanto a las bebidas, la situación tampoco mejora: por cada botella de agua, hay dos refrescos azucarados, y no se han instalado surtidores de agua potable en muchos centros, a pesar de que la regulación lo exige.  En las instrucciones originales, se reclamaba una oferta líquida con prioridad a infusiones, café regulable en azúcar, agua y refrescos sin azúcares añadidos pero dando un paseo por los pasillos de cualquier hospital nos percatamos rápidamente de que la realidad es otra.
Lo más preocupante para muchos profesionales sanitarios es la desconexión entre el mensaje de salud que deberían transmitir los hospitales y la realidad de sus máquinas expendedoras. Reclaman una oferta compatible con una dieta equilibrada, tanto para los pacientes como para ellos, y poder así disfrutar de un pequeño tentempié sin tener que renunciar a alimentos nutritivos y de calidad. La norma tenía un fin claro: reforzar el papel de los hospitales como lugares de referencia para hábitos saludables pero, sin embargo, las máquinas todavía están repletas de calorías vacías, grasas saturadas y colesterol.
Así, el desafío no solo es técnico, sino también institucional: sin supervisión ni sanciones, la instrucción se convierte en una recomendación débil.
Las “torres de calorías” que hoy dominan los pasillos sanitarios nos recuerdan que aún queda un largo camino para que los buenos hábitos se instalen definitivamente en nuestras vidas y se promueva así un estilo de vida saludable
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