Cónclave
Pizzaballa, el hombre que se ofreció como rehén a Hamás
Ha pasado casi toda su vida religiosa en Oriente Medio. Durante los últimos años era el mediador de la Santa Sede entre Israel y Hamás. Un hábil diplomático que se ha enfrentado a uno de los terrenos más hostiles del planeta.

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La vida del cardenal Pizzaballa ha estado marcada por el conflicto palestino-israelí porque es en Oriente Medio donde ha realizado su labor más intensa.
Los últimos dos años ha sido mediador de la Santa Sede entre Gaza e Israel. Incluso desafiando a Netanyahu hasta lograr cruzar la Franja para celebrar una misa en las navidades del año pasado. "Hay que trabajar por la justicia, pero sin utilizar la violencia", había dicho en varias ocasiones.
Original de un diminuto pueblo de la provincia de Bérgamo, en Italia, Pizzaballa tiene 60 años y es franciscano, patriarca latino de Jerusalén, lleva 30 años viviendo en Tierra Santa. Y ese conocimiento será básico para su intercesión geopolítica en esta zona tan convulsa del mundo. Apostando por la apertura y el diálogo interreligioso. Pizzaballa firmó un comunicado conjunto con otros líderes religiosos en el que pedía a Israel "evitar matar a gente inocente" en su represalia, algo que no sentó nada bien a Netanyahu.
La declaración, que no condenaba el ataque de Hamás, enfureció a Israel. El cardenal se distanció después de ese texto y condenó "la inaceptable e incomprensible barbarie" del grupo islamista palestino. Incluso fue un paso más allá. Se ofreció voluntariamente a Hamás a cambio de la liberación de niños israelíes secuestrados. "Cualquier cosa por traer a los niños casa", comentó el ahora Papa.
Su madre no quería que fuese elegido Papa
En una reciente entrevista la madre de Pizzaballa, Maria Taddini de 90 años, aseguró que no quería que su hijo fuese Papa. "Tendrá más dificultades para venir a verme", dijo, aunque aseguró que su hijo "siempre estuvo en ese camino, incluso de niño. Tanto que mi padre decía que el chico se iría temprano de casa… ¡y así fue! Se fue a los seis años, en primer grado, y no volvió más. Era curioso por todo, me preguntaba qué era una cosa u otra, y yo le decía que no podía responderle en ese momento porque teníamos que trabajar para el abuelo. Pero él no se olvidaba, y al final tenía que responderle. Le interesaba la iglesia, San Francisco, todos los santos que él conocía, tenía que conocerlos yo también".
Seguidor de los gestos de Francisco, ha realizado en Jueves Santo el tradicional lavatorio de pies a los más necesitados, ha reivindicado la labor aperturista de Bergoglio en numerosas ocasiones. "Ante todo escuchar. Nos lo repetía siempre el Papa Francisco. Escuchar”. Queda por ver si el lado más conservador del Vaticano le permitirá continuar con el legado de Francisco si es elegido como Papa.
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