EEUU

Donald Trump, en pie de guerra contra la ciencia y las universidades en EEUU

Lleva poco tiempo en su segundo mandato, pero está desarrollando políticas cuyas consecuencias perdurarán muchos años. Además de las medidas arancelarias que afectan a todo el ámbito internacional, está desatando conflictos en su propio país cancelando contratos federales con varias universidades. Albert Guivernau analiza los efectos que puede tener este movimiento para la economía estadounidense.

Donald Trump

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Donald Trump no solo está agitando el tablero internacional con su política exterior. También está descargando un golpe directo sobre su propio país. La última ofensiva ha llegado al corazón de la educación superior: la cancelación de contratos federales con varias universidades, siendo Harvard la más castigada, que pierde convenios por valor de 100 millones de euros. "La política económica de Donald Trump desde que ha llegado por segunda vez a la Casa Blanca es una política que no se sostiene a nivel de fundamentos económicos", indica Albert Guivernau, director de Fundación Civismo.

El Gobierno justifica la decisión como respuesta a un supuesto "antisemitismo" en las instituciones educativas, en medio de las protestas contra la invasión de Gaza que sacudieron varios campus. Albert Guivernau califica la medida como un claro castigo político encubierto: "El propio Donald Trump lo ha dicho así: se destinaban muchos recursos a universidades que no tenían tanta necesidad".

Harvard, en el punto de mira

La presión no se quedó en el terreno económico. El mandatario prohibió la admisión de estudiantes extranjeros en Harvard y dio un ultimátum: entregar los nombres de quienes hubieran participado en las manifestaciones si querían recuperar la medida. La universidad se negó y demandó al Gobierno, recibiendo por ahora el respaldo de la Justicia.

Aunque Harvard puede seguir funcionando con cierta normalidad, las políticas de Trump quizás sí que estén haciendo daño a la universidad. En palabras del decano, Albert recuerda su mayor preocupación: "la prohibición de captar talento del resto de países. Es decir, la prohibición de que nuevas visas de estudiantes se otorguen para estudiar en Harvard". Además, considera que esta universidad "siempre había sido un referente como atracción de capital humano a nivel mundial, y el hecho de que se reduzcan las posibilidades, puede minar las posibilidades de Harvard de seguir siendo una de las mayores universidades del mundo".

La decisión ha generado una oleada de críticas. En junio, durante una visita a Valencia como jurado de los Premios Rei Jaume I, varios premios Nobel estadounidenses -Duncan Haldane (Física, 2016), Guido Imbens (Economía, 2021), Douglas Diamond (Economía, 2022) y Charles Rice (Medicina, 2020)- reprocharon la postura de la Administración Trump.

Diamond calificó la falta de apoyo gubernamental como "un enorme problema", Imbens expresó su "decepción" por el trato a la educación superior y Rice alertó del ataque a la "independencia" de Harvard como icono de investigación, y de otras instituciones nacionales de salud. El veredicto de estos científicos es claro: si nada cambia, la medida podría suponer "20 años de retraso" y hasta "crear una recesión" en Estados Unidos.

Kennedy, las vacunas y la política científica

La tensión en las universidades se suma a una política científica que muchos califican de retrógrada. El secretario de Salud, Robert Kennedy, ha cancelado 22 proyectos de desarrollo de vacunas, recortando 500 millones de dólares (429 millones de euros). No es solo un ajuste presupuestario: Kennedy, un conocido activista antivacunas, ha desmantelado comités científicos, suprimido recomendaciones de vacunación contra el Covid en embarazadas y menores, y evitado aconsejar la inmunización frente al sarampión pese al peor brote reciente, con 1.300 casos.

Kennedy sostiene, sin pruebas, que las vacunas son peores que los virus que combaten. Llega a afirmar que la pandemia demostró la ineficacia de la tecnología de ARN mensajero, pese a que fue clave para frenar la crisis sanitaria… y que, paradójicamente, fue impulsada por el propio Trump en 2020.

Un retroceso que tardará en recuperarse

Como en muchos aspectos de la vida, los hechos tienen consecuencias: estas políticas de Trump van a pasar factura. Albert Guivernau considera que "el principal problema va a ser la difícil reversión de estas medidas y la pérdida de confianza". Como segundo problema, hace referencia a las expectativas, que también influyen mucho en la economía: "En poco más de cuatro meses, Donald Trump ha desarrollado una gran cantidad de nueva legislación y políticas que generan mucha incertidumbre. Y en términos de economía, el sinónimo principal de incertidumbre es pérdida. Quienes van a sufrir más estas pérdidas son los ciudadanos estadounidenses".

"En Estados Unidos, a diferencia de algunos países europeos, la investigación está muy ligada también a la actividad empresarial, en el sentido que buena parte de las investigaciones después se traducen en innovación empresarial, ya sea en el campo de la comunicación, en el campo de la defensa, en el campo de la sanidad... Si EEUU deja de ser un un refugio y deja de ponérselo fácil a estos investigadores, se van a beneficiar otros países y otras empresas de otros países, con lo cual es una pérdida de capital humano y también de innovación a futuro. El resto de economías que puedan competir con ello, como puede ser China, Japón, Corea del Sur, en algunos casos India, se están frotando las manos", añade el director.

Los países europeos seguirán negociando junto a otros países y economías. "La que se ha encerrado es Estados Unidos, que le ha puesto aranceles al resto del mundo. Se hace más atractivo para Europa y para cualquier país del mundo establecer relaciones comerciales con terceros países antes que con EEUU. Esto es algo que tardará muchos años en solucionar el Gobierno de EEUU sea quien sea", concluye Albert.

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