La expulsión de una pareja de lesbianas de un café vienes el pasado 6 de enero por besarse en público ha sido contestada con una multitudinaria besada frente al local para protestar contra la homofobia y la discriminación. "Mostrar cariño en público no debería ser un delito" denunciaron los organizadores de una protesta convocada bajo el nombre 'Besada en el Prückel'. La protesta trascendió la denuncia del episodio del Prückel para transformarse en un acto "por la igualdad y contra la discriminación".
Varios miles de personas, según los convocantes, unos dos mil según fuentes policiales, se concentraron frente al local, un clásico y elegante Wiener Kaffeehaus ubicado en el caso histórico de la ciudad, y que este viernes colocó por sorpresa el cartel de "cerrado por descanso". "No es correcto que las parejas homosexuales no puedan besarse en público", dijo Anna, una universitaria que acudió a la protesta con su novia. Anna opinó que Viena parece ser más tolerante desde que el travesti austríaco Conchita ganó el último festival de Eurovision, abriendo una oleada de declaraciones públicas en favor de los derechos de los homosexuales. Que tanta gente acudiera a la protesta es un paso positivo, aseguró, ya que "la visibilidad siempre influye" en la evolución de la sociedad.
Ewald, un vienés de 68 años, participó para "tomar partido por la igualdad de derechos". "Austria sigue siendo un país muy conservador", criticó este ciudadano que estaba acompañado por su esposa y su hija y que criticó la falta de iniciativa de los políticos por la igualdad de derechos, especialmente del ultranacionalista FPÖ.
La pareja víctima del episodio subió al escenario montado por la organización para explicar de nuevo que la expulsión se produjo con muy malos modos y con insultos. Anastasia López, una de la mujeres que fue expulsada, recordó que había quedado con su pareja en el café para tomar un té y que, tras saludarse con un beso, el camarero les indicó que "no podían hacer eso". Posteriormente, la encargada del local utilizó palabras como "asqueroso" o "propio de un burdel" su comportamiento.
"Lo que nos pasó le pasa cada día a mucha gente en toda Austria y el mundo", explicó López. Aunque la encargada del local aseguró lamentar lo sucedido y se disculpó, la pareja que fue expulsada lamentó que no lo hiciera en persona sino en un comunicado escrito y que al pedir perdón insistiera en que seguirá cuidando de que en su local se contemplen "reconocidos niveles de comportamiento social".