El presidente del Parlamento de Georgia, Irakli Kobajidze, ha presentado este viernes su dimisión después de las violentas protestas generadas por la presencia de una delegación rusa en una reunión celebrada la víspera en la sede del legislativo.
La renuncia de Kobajidze ha sido anunciada al término de una reunión en la sede del partido gobernante, Sueño Georgiano, según informa la agencia de noticias InterPressNews. Su dimisión era una de las que habían reclamado la víspera los manifestantes junto a la del primer ministro, Mamuka Bajtadze, la del ministro del Interior, Giorgi Gajaria, y la del director del Servicio de Seguridad del Estado, Vajtang Gomelauri.
También ha dimitido el diputado Zakaria Kutsnashvili, quien era el jefe de la delegación georgiana en el encuentro y fue uno de los organizadores del mismo. "La paz civil es mucho más valiosa que ser un miembro del Parlamento", ha declarado a InterPressNews.
La protesta ante el Parlamento vino motivada por la presencia de una delegación rusa encabezada por el diputado Sergei Gavrilov que acudió a la reunión de la Asamblea Interparlamentaria de la Ortodoxia (AIO). Durante el encuentro, un grupo de manifestantes irrumpió en el hemiciclo y lanzó agua a Gavrilov, que preside la AIO, lo que obligó a concluir la cita antes de lo previsto, según la agencia rusa Sputnik.
No obstante, la protesta se mantuvo y finalmente la Policía intervino con gases lacrimógenos y balas de goma para disolver a los manifestantes. Según el Gobierno georgiano, los disturbios que se prolongaron durante buena parte de la noche se han saldado con 240 heridos, entre ellos 80 policías. Dos de los manifestantes han perdido un ojo.
La influencia de Rusia sobre Georgia continúa siendo un tema políticamente sensible. Tropas rusas y georgianas se enfrentaron durante unos pocos días en 2008 por el control de las regiones de Abjazia y Osetia del Sur, en el marco de un conflicto que aún despierta recelos en Georgia, donde los actuales líderes políticos siguen mirando de reojo al vecino del norte mientras intentan dar pasos hacia foros occidentales.
Georgia, escenario histórico de pulsos entre distintas potencias, se convirtió de nuevo tras la caída de la Unión Soviética en un foco de disputa. Independiente desde 1991, el creciente interés estadounidense por un país que aspiraba a salirse de la órbita rusa generó los primeros recelos en Moscú, reacio a perder la influencia de la que venía gozando desde el siglo XIX.
A corto plazo, no existen perspectivas de mejora de las relaciones entre Tiflis y Moscú. Georgia busca unirse a la Unión Europea y la OTAN, una cuestión a la que se opone el Gobierno ruso.