Pese a los esfuerzos del Gobierno del país por controlar la espiral la inflación china en el mes de julio alcanzó el 6,5%, una décima más que en junio, mostrando la mayor subida de precios en 37 meses. Los alimentos, que subieron un 14,8% en el séptimo mes del año, cuatro décimas más que en el mes anterior, fueron el principal factor de la subida, como ha pasado en meses anteriores.
La subida de los precios no alimentarios de la cesta del IPC, en cambio, se desaceleró en julio, 2,9% con respecto a junio, 3%. Dentro de los alimentos, fue especialmente significativa la subida de los precios de la carne de cerdo, de un 57%, un porcentaje que aún fue mayor en meses pasados, 68% en mayo, pero que se pensaba podría bajar después de que Pekín dictara medidas para luchar contra las fuertes alzas en el sector porcino.
El buró de estadísticas chino también ha dado la tasa del Índice de Precios de Producción, medidor de la inflación en el comercio al por mayor, y que mostró tasas aún más altas, del 7,5% en julio (cuatro décimas más que en el mes de junio).
Pekín considera que un aumento excesivo de precios puede causar no sólo problemas macroeconómicos sino también sociales, como ocurrió en 1989, ya que las protestas de Tiananmen estuvieron precedidas de una fuerte inflación que llegó al 7% en 1987 y al 18% en 1988.
Por ello, el régimen comunista se ha fijado como principal prioridad macroeconómica para este año la contención de los precios, tomando medidas como la subida de tipos de interés, en tres ocasiones o el aumento del coeficiente de caja en los bancoa, seis veces.