Visitamos las entrañas de un circo legendario

Desde hace generaciones, la vida de Pepín León, payaso de profesión y su familia transcurre en apenas 12 metros cuadrados. En su caravana no falta detalle: Sala de estar y comedor, cocina, dormitorio...

Ali es otro personaje que no puede faltar en un circo que se precie. Cambió las vacas de su Kósovo natal por elefantes, rinocerontes, llamas y otras especies exóticas. Sus preferidos son los grandes felinos... "Te hacen pasar buenos también buenos ratos, porque yo sin ellos no soy nadie" nos confiesa uno de los domadores más temerarios del mundo.

Tanto Pepín como Ali trabajan para los Hermanos Faggioni, una de esas compañías legendarias, que intenta guardar la esencia del circo más auténtico.

Más de un centenar de personas, entre chóferes, técnicos y artistas viven en decenas roulottes, a modo de pequeño pueblo. Gente de más de 20 nacionalidades, que intenta mantener a flote una forma de vivir y un arte milenarios.

Ambra e Ives, malabaristas y ganadores de numerosos trofeos internacionales, lo saben bien. En el circo nacieron, en el circo se conocieron y en el circo se han casado. "Cada uno tiene su caravana. Si quieres dos horas de intimidad pues te cierras en tu casa y ya está", asegura la italiana Ambra en un español perfecto.

Tras el maquillaje, llega el momento de saltar a la pista. Un lugar donde nada es lo que parece. Un espectáculo, cuyo objetivo primordial alcanzar en cada función "el más difícil todavía".