Imaginemos hace más de 2000 años un remoto lugar llamado Belén. Debió de ser algo así como esta aldea repleta de pequeños vecinos que visitamos. Aquí hay de todo: lavanderas, leñadores, panaderos, pescadores que cantan villancicos, pastores que se calientan con fuego y que cuidan de un pequeño rebaño de verdad.
Por haber hay hasta políticos locales que asustan un poco a los visitantes.
Pero descubrimos que este lugar es especial porque ahí en una esquina nos encontramos un ángel anunciador haciendo aspavientos. Les comunica a todos que el Niño Jesús acaba de nacer y les informa qué camino han de seguir.
El suyo es uno de los trabajos más importantes que pueda haber en un belén, sólo superado por el mismísimo Niño Jesús, de carne y hueso y chupete.
Han sido dos meses de intenso trabajo para, tan solo, dos días de representación. Pero el esfuerzo les merece la pena. Es otra forma distinta de desear Feliz Navidad.