Utilizado por el hombre de Cromagnon, es el abalorio más antiguo encontrado en la Península Ibérica en un yacimiento al aire libre. Los investigadores aseguran que además del uso decorativo, el collar se empleaba para afilar flechas o rascadores. En España habrá unas veinte joyas de esa misma época, sobre todo elaboradas con conchas y dientes de animales, pero siempre han aparecido en cuevas o grutas.