Dentro del mundo de los microorganismo patógenos los hay que se consideran especialistas y generalistas. Este último tiene más posibilidades de convivir y un especialista las tiene de evolucionar. No se sabe dónde está la ventaja, pero lo cierto es que los especialistas, en ocasiones, pierden la fidelidad de sus hospedadores y producen lo que se llama un salto de barrera de especie.
Esto siempre es una situación excepcional, pero ocurre. Tienen que coincidir en el espacio y en el tiempo una serie de factores condicionantes, el primero de los cuales es la fuente de infección y una serie de condicionantes hasta llegar a un nuevo hospedador. Ese salto de barrera de especie es lo que nos está produciendo la pandemia y que, igual que saltó desde murciélagos al ser humano directamente, o usando un elemento intermediario como pangolines, parece que se escapa ocasionalmente hacia otras especies que comparten algún carácter con el ser humano.
Veremos hasta dónde llega la situación pero de momento no es nada preocupante.
Hasta ahora no hay evidencias de que las mascotas, fundamentalmente gatos ni perros transmitan la enfermedad. Hay experiencias que aún están esperando a ser aceptados para publicación y los especialistas que lo han leído llegan a la conclusión de que una cosa es el trabajo experimental y otra la situación natural. No hay evidencias de que ninguna de las cuatro mascotas positivas tenga capacidad para transmitir la infección a otros congéneres.
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