El diestro David Mora en la faena a su segundo toro, en el tercer festejo de la Feria de San Isidro

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FERIA DE SAN ISIDRO I 13 DE MAYO

El viento y los flojos toros hunden la tarde, aciaga para David Mora

La mala combinación de una corrida de toros con escasas fuerzas y el molesto viento que sopló durante toda la tarde arruinó el tercer festejo de la feria de San Isidro, en el que el diestro David Mora escuchó los tres avisos tras ser incapaz de dar muerte al quinto de la tarde.

La feria de San Isidro no termina de despegar, pues, a pesar del éxito menor de Morenito de Aranda en la tarde del viernes, se vivió una muy deslucida tarde de toros, en la que el escaso empuje de una noble pero afligida corrida de El Pilar se alió con un fuerte viento racheado para hacer casi imposible el toreo lucido.

Hubo, eso sí, un toro con bastantes posibilidades, el único que aguantó con brío en la pelea pese a ser, con diferencia, el de más peso de los seis: un total de 611 kilos de nobleza y claras arrancadas al capote y a la muleta de David Mora.

Pero el diestro madrileño, que no había logrado sujetar la constante huida de su primero hacia la querencia de tablas, no llegó nunca a confiarse tampoco con ese voluminoso segundo de su lote.

Dubitativo, a veces engocido, sin asentarse nunca sobre la arena y desplazando casi siempre hacia afuera las embestidas, Mora se dejó ir así la única oportunidad de triunfo que hubo en la corrida.Y no sólo eso sino que, igual de inseguro, se vio incapaz de dar en tierra con el animal después de un sinfín de golpes de descabello, dando tiempo a que sonaran los tres fadíticos avisos que mandaban a los corrales al de El Pilar, aunque finalmente el noble animal fuera apuntillado desde un burladero.

A esas alturas de la corrida, cuando ese "pilar" salió al ruedo para sustentar mínimamente el honor de su divisa, se habían cubierto cuatro capítulos sin apenas historia, salvo las cinco verónicas y media con que Diego Urdiales acunó en un quite las embestidas del primero de la tarde.

En el temple y la hondura con que el diestro riojano embarcó y condujo a ese serio toro colorado se centró casi todo lo que de buen toreo se vio en la corrida, pues el mismo Urdiales, salvo en momentos aislados, no pudo prolongar esa brillantez con la muleta: flojo de cuartos traseros, tras el quite el toro apenas tuvo empuje para rematar media docena de embestidas. Y aún más flojo resultó el cuarto, que tuvo unas preciosas hechuras pero sin apenas fuerzas para desarrollar su apuntada voluntad y clase. Claro que tampoco el viento, que descontrolaba los vuelos de la muleta, permitió a Urdiales equilibrarle con pulso.

El extremeño José Garrido pasó discretamente por su primera tarde en San Isidro ante dos toros que, faltos de raza, se vinieron abajo demasiado pronto y sin dejarle mayores opciones que dos trasteos voluntariosos pero sin brillo.

Ficha del festejo:

Diego Urdiales: (silencio tras aviso); (silencio).

David Mora: (silencio); (pitos tras tres avisos).

José Garrido:(silencio); (silencio).

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