El diestro José Mari Manzanares da un pase de pecho instantes después de ser volteado por su segundo toro

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SEVILLA | VIERNES DE FAROLILLOS

Manzanares deja escapar cuatro orejas en un gran lote de Cuvillo

Los fallos con la espada y la falta de rotundidad en sus dos bellas faenas hicieron que José María Manzanares dejará ir la posibilidad de alcanzar un triunfo histórico en Sevilla.

Después de más de tres siglos de selección, algunos ganaderos han conseguido de ciertos toros la embestida perfecta, como la que sacó 'Encumbrado', un precioso ejemplar de Núñez del Cuvillo que tuvo todo lo que un torero necesita para hacer una gran obra.

Alegre y pronto en cada cite, descolgados el cuello y los pitones con entrega en cada arrancada para seguir la muleta con repetición, ritmo y profundidad, y con una embestida larga y de amplia trayectoria, se comportó tal vez mejor que "Arrojado", el toro de la misma divisa que hace cuatro años indultó el propio Manzanares también en este escenario.

Tanta y tan completa calidad tuvo 'Encumbrado' que al alicantino le bastó con acompañar sus perfectas embestidas en cada serie de muletazos, componiendo la figura con una armoniosa estética más que obligado a provocarlas y conducirlas. Y es que bastaba con que los pitones del toro no tocaran la tela para que los pases fluyeran sin gran compromiso para el torero.

Después de cada una de las ya habituales y largas pausas de Manzanares entre tanda y tanda, el entregado público de la Maestranza paladeó las "delicatessen" del alicantino, pero en realidad no se saciaron con su toreo porque en la faena se echó en falta más pasión y 'hambre' para apurar al toro con la correspondiente profundidad.

Aun así, de no necesitar el torero de un pinchazo, cobrado en los mismos medios, y de cinco descabellos, el encuentro entre "Encumbrado" y Manzanares se hubiera premiado, tal vez con creces, aunque probablemente por debajo de lo que el animal ofreció en bandeja.

Claro que, en la completa, seria y bella corrida que embarcó Núñez del Cuvillo, aún hubo más toros destacados, como el quinto, que, sin llegar a la calidad de su hermano, le regaló también a Manzanares un buen puñado de embestidas con emoción y profundidad.

Esta vez, también entre largas pausas que dejaban oír las recreadas notas de 'Suspiros de España', el de Alicante se ajustó más en los pases, aunque las series, de penas de tres y hasta de dos muletazos ligados a buenos remates, no tuvieran intensidad.

Una voltereta, en un descuido del matador, puso también la nota emotiva del momento, antes de que llegara la postrera y más ligada serie de derechazos para avalar un trofeo que Manzanares perdió con dos pinchazos en la suerte de recibir. De haber roto la feria, se tuvo que conformar con una clamorosa pero solitaria vuelta al ruedo.

Rivera Ordóñez, que volvía a Sevilla después de veinte años y un día de alternativa, se perdió en una sucesión de pases vulgares y de escaso compromiso ante un lote también de claro triunfo, por mucho que castigara excesivamente en varas a su primero.
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También tuvo posibilidades un tercer toro con el que David Galván no llegó a acoplarse. En cambio, con el sexto, que fue el de menos raza y fondo, el joven espada gaditano fue poniendo un creciente empeño hasta ser aparatosamente prendido, aunque sin consecuencias.

El arrimón final, con el torero crecido y dejándose acariciar los bordados por los pitones, impresionó también al tendido, que incluso pidió el trofeo para Galván a pesar de no matar con acierto.

FICHA DEL FESTEJO:

Rivera Ordóñez: estocada trasera desprendida (silencio); estocada trasera (silencio).

José María Manzanares: estocada corta y cinco descabellos (ovación tras aviso); tres pinchazos y estocada baja (vuelta al ruedo tras aviso).

David Galván: pinchazo y estocada trasera (silencio tras aviso); pinchazo y pinchazo hondo (vuelta al ruedo tras leve petición y aviso).
Saludaron en banderillas sus subalternos de Manzanares: Rafael Rosa, Luis Blázquez y Curro Javier.

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